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Manel Gutiérrez, 87 años: Jamás pensé que me llamaría el técnico de mi equipo

Manel Gutiérrez, 87 años: Jamás pensé que me llamaría el técnico de mi equipo
Manel Gutiérrez, 87 años: Jamás pensé que me llamaría el técnico de mi equipo - Arnau Segura
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En estas semanas tan difíciles, el socio número 45 del Girona FC, Manel Gutiérrez (Barcelona, 1932), recibió una llamada que nunca olvidará y que le devolvió la sonrisa por unos momentos. La de Josep Lluís Martí, el técnico del primer equipo, que estos días se ha puesto en contacto con sus socios de más avanzada edad para hacerles saber que están a su lado y para mandarles mucho ánimo.

"Fue una cosa inesperada. Y tan inesperada como preciosa. Fue una alegría inmensa. La más grande de estos últimos días. Estaba hablando con él y no me lo creía. Jamás pensé que el entrenador del Girona, que es el equipo de mi vida, me llamaría a casa interesándose por mí, y por mi situación. Fue un momento precioso", explica a EFE Gutiérrez con la voz rota por la emoción.


Este ilustre socio del conjunto rojiblanco nació en Barcelona el 1 de setiembre del 1932, pero pronto, a los 12 o 13 años, se trasladó, junto a sus padres y su hermano, a la pequeña población de Quart, a tan solo cinco kilómetros de la ciudad de Girona y donde continúa residiendo en la actualidad.


Futbolero desde que aterrizó en al mundo -"siempre con los ojos detrás de un balón", subraya-, Gutiérrez abrazó el amor por el Girona cuando aún era un adolescente.


"Con 14 años, en una época tan difícil, tan gris, como la posguerra, fui a trabajar con un señor mayor que me hizo de segundo padre. Él me hizo socio del Girona. En aquellos años el equipo todavía jugaba en el estadio de Vistalegre. Después tuve que ir a hacer la mili, pero cuando volví, en el 54 o el 55, me apunté de nuevo. Y hasta ahora. Soy uno de los socios más antiguos. Hace dos años tenía el número 50, y ahora tengo el 45 porque los más mayores se van muriendo", afirma orgulloso.


Hace ya casi tres años, Manel Gutiérrez pudo ver como se materializaba uno de sus grandes sueños con el tan esperado ascenso del Girona a la máxima categoría del fútbol español.


"Pensaba que me iría de este mundo sin haber visto mi equipo en Primera División. Y he tenido la suerte de poder verlo ahí durante dos años. Es una satisfacción enorme, gigantesca, que me llevaré a la tumba con todos mis buenos recuerdos", proclama.


Y, en paz con el fútbol, Gutiérrez añade: "Ahora queremos volver a Primera. Pero si yo ya no puedo verlo, al menos tendré el buen recuerdo de estos dos años y la felicidad enorme de haber visto al Girona, al club de mi corazón, en Primera".


A sus 87 años, intenta no perderse "ni un partido" y reconoce que lo echa "muchísimo de menos", pero lo asume con resignación: "Ahora toca quedarse en casa. Dios quiera que todo esto acabe pronto".


Gutiérrez dice estar animado, "a pesar de todo", aunque reconoce que la emergencia sanitaria es muy difícil de sobrellevar. "Gracias a Dios, no he cogido el virus. Procuraré no cogerlo y seguir hacia adelante. Porque, a mi edad, si lo cojo, mal. Pero se está haciendo largo. Y duro. La verdad es que estoy muy saturado", afirma.


Cuando se levante el estado de alarma y se acabe el confinamiento por la pandemia, Gutiérrez espera volver cuanto antes al asiento número 55 de la segunda fila de la tribuna baja del Estadi Municipal de Montilivi.


Mientras tanto, se distrae viendo, en GOL, encuentros de fútbol de Primera División y de Mundiales pasados. "Hace unos días recuperaron el de las semifinales de la Copa del Mundo de Sudáfrica, contra Alemania, y me gustó mucho porque fue un partido precioso. Aquella selección, que después ganó a Holanda en la final, jugaba como los ángeles", rememora.


Haciendo gala de su memoria, Gutiérrez se pone, a continuación, a repasar todos los jugadores y exjugadores de su Girona de los que guarda un feliz recuerdo: "Kiko Olivas, Sandaza, Portu, Pere Pons, Acuña, Stuani, Aday, Juanpe, Alcaraz, Xumetra, Migue, Matamala, Maffeo, Mojica, Kiko Ratón, Felipe Sanchón, Granell, Jandro, Despotovic y Borja. Quizás me he olvidado de alguno, pero a de todos estos me acuerdo muchísimo".


Es otro de sus pasatiempos para mitigar la soledad del confinamiento. "Me entristece no poder salir de casa y estar con la familia, aunque me traen comida y me ayudan con todo lo que pueden. Me entristece mucho no poder disfrutar de todo lo que disfrutaba. De ir a verles. De estar con ellos. De hablar con ellos", añade con la voz rota. Y es que Manel vive solo desde que falleció su esposa, hace ya 30 años.


Pero el optimismo pronto gana al pesimismo. Tan pronto como comienza a hablar de sus dos hijos y de sus dos nietos. Tan pronto como recuerda que, cuando este temporal amaine, tiene una cita con Josep Lluís Martí, el entrenador de su equipo.


"Hacia el final de la conversación, le dije que me gustaría mucho conocerle personalmente porque hablar con él había sido una alegría gigantesca. Y él, que, además de ser un gran entrenador, es una persona muy amable, y muy atenta, me dijo: 'No se preocupe. En cuanto haya pasado el coronavirus y todo se normalice, le avisaremos para que venga a un entrenamiento. Y si no puede venir, le vendremos a buscar para que pueda estar con nosotros y podamos conocernos en persona'.