La Superliga ha pegado un golpe encima de la mesa en los últimos días y ha hecho que varios clubes pongan el foco de atención en estas reformas que propone la empresa A22 Sportsmanagent, quien impulsa el proyecto. Ante la opción de ampliar el abanico de clubes que puedan optar a la competición, LaLiga ha emitido un comunicado al estar en contra desde el primer día desde que se le dio voz a este plan contra las competiciones europeas actuales.
Real Madrid, FC Barcelona y Juventus de Turín siguieron adelante con dicho proyecto, mientras que otros equipos europeos tuvieron que renunciar debido a la presión que sufrieron hasta por parte de sus propios fans, como ocurrió en Inglaterra, ante la negativa hacia la Superliga. Joan Laporta, precisamente hoy se ha pronunciado sobre este tema: "La Superliga está progresando. Será una competición abierta, y más atractiva y sostenible para los clubs".
La nueva Superliga garantizaría un mínimo de 14 partidos a sus participantes (hasta ahora tan sólo los finalistas disputaban hasta 13), aspirando a convertirse en una sustituta de la actual Liga de Campeones. En España, aunque aún por definir todo, podrían beneficiarse hasta ocho equipos. Junto a los tres grandes, Real Madrid, Barcelona y Atlético Madrid, el coeficiente UEFA metería en esa bolsa a de 60 clubes a equipos como Villarreal (16º), Sevilla FC (19º), Valencia (44º), Betis (46º) o Real Sociedad (53º).
La respuesta de LaLiga ha sido bien tajante. “Dicen que será 100% abierto, pero la realidad es que unos pocos clubes ricos son los únicos que se verán beneficiados por este modelo, que ya fue presentado, analizado y rechazado en 2019, siendo muy complicado que de un año para otro estos clubes pierdan su plaza en la máxima categoría del fútbol europeo”, decía el comunicado del organismo presidido por Javier Tebas.
LaLiga ve cómo peligran las competiciones domésticas por el hecho de que la Superliga sea un nuevo atractivo, además de la crisis económica que podría provocar hacia el resto de los equipos que participan en ella. Siempre teniendo en cuenta la situación de medianos y pequeños equipos, ya no solo de España, sino de casi toda Europa. “La Superliga supondrá a corto plazo un vacío económico de las ligas domésticas, pero es que además acarreará a medio y largo plazo la reducción de ingresos para los propios clubes de la Superliga, destruyendo así toda la industria: PIB, empleos e impuestos”, cerraba LaLiga.