El mundo del tenis se paró durante casi una hora, y es que tanto los que estaban en la Philippe Chatrier como los que lo veían desde casa no eran capaces de dar crédito a lo que estaba sucediendo en la pista central de Roland Garros, donde Jannik Sinner, el mejor tenista de 2024 y uno de los grandes favoritos al título, estaba siendo vapuleado por el último francés del cuadro, Corentin Moutet. Empezó con un break el galo, hasta ahí todo bien, pero no se detuvo, y en pocos minutos vencía por 5 a 0. El transalpino estaba totalmente fuera de sí, sin correr a las bolas y muy lejos de entender le juego de dejadas, voleas, subidas a la red, globos, y un sinfín de puntos espectaculares.
Parecía revertir la situación cuando salvó varias bolas de set al resto y evitó el rosco, pero fue un espejismo y acabó perdiendo la manga por 6 a 2. Sin embargo, tras el descanso se conectó y empezó de nuevo a jugar como acostumbra. Desenmarañó la telaraña de su rival y se repuso de la trampa que le tendió el francés, que jugó con el público y los nervios de su rival pero que acabó perdiendo los tres siguientes parciales por 6-3, 6-2 y 6-1, dejando así un año más a Francia sin un jugador local en la antepenúltima ronda.
Sinner jugará los cuartos por segunda vez en París, cuatro años después de que los perdiera contra Rafael Nadal, y su rival esta vez será Grigor Dimitrov, que los disputará por vez primera, tras superar al polaco Hubert Hurkacz en tres sets, por 7-6. 6-4 y 7-6. El italiano es muy favorito ante el veterano búlgaro, pero es cierto que está cuajando un gran tenis y puede tener sus opciones.
Lo de hoy demuestra que Jannik tiene muchas armas, porque su la reacción fue rápida, taxativa y supo contrarrestar los trucos del rival para ir, poco a poco, imponiendo su juego y avanzar así de ronda contra el irreductible galo. Las armas del francés, 79 del ránking, acabaron por ser impotentes y naufragó en sus propias contradicciones, enfadado con el árbitro y consigo mismo, golpeando la raqueta contra la tierra batida. Fin su aventura, ya de por sí inesperada, mientras que el italiano demostró personalidad en un partido que podía haber sido un trampa. Eso sí, deberá subir el nivel desde el principio, porque Alcaraz o Djokovic están más cerca de lo que parece.