El Sevilla realizó un señor partido contra un Bayern que trató de avasallarle pero que encontró una resistencia espartana además de una réplica contundente merced a un esfuerzo y una concentración titánica de los jugadores. Prácticamente nadie desentonó, porque todos se vaciaron, si bien merece especial mención el centro de la zaga, Navas y también pese al 2-2.
Diego Carlos y Koundé se multiplicaron y lo despejaron casi todo y el palaciego no sólo cerro su banda sino que además se prodigó con incursiones por la derecha y ejerciendo de lanzadera en los contragolpes. También sobresalió Fernando, imponente en una guerra muy exigente en el centro del campo y un Jordán que finalizó exhausto por su despliegue físico con y sin esférico.
Suso aportó calidad y Ocampos, su garra y potencia, y Óliver aportó mucho criterio desde que entró en el terreno de juego. Arriba, En-Nesyri pudo darle el título al Sevilla pero falló un mano a mano.