Feliz en Nervión, Tomas Vaclik ha aprovechado este receso obligado para repasar su carrera y las peculiaridades de su puesto en una interesante entrevista con
Sport Magazine.
Todo comenzó de casualidad. "Empecé de portero porque el que había se lesionó y el entrenador me dijo que me pusiera por un tiempo. Ya han pasado 24 o 25 años. Lo más importante es que no tenía miedo del balón; la mayoría de los niños se giraban, pero yo no. Desde el principio, gané premios al mejor portero, y eso también me hizo sentir que fue una buena decisión", explica sobre sus comienzos el checo, que tuvo en el francés Fabien Barthez a su "primer modelo" que seguir.
"Todavía recuerdo el Mundial de 1998 que ganó con Francia. Era el número uno. Luego, le siguieron Buffon, Casillas, Petr Cech... Son los porteros con los que crecí. ¿Y quién me gusta ahora? Nubel, Alisson, Ederson, Neuer, De Gea.. Se puede tomar algo y aprender de todos", añade sobre sus referentes. Lo que sí le cuesta más al cancerbero es elegir un entrenador, puesto que se siente "realmente agradecido" con todos los que ha tenido, aunque destaca a Massimo Colombo, preparador de porteros del Basilea suizo. Al llegar al Sevilla, el de Ostrava se encontró con una rutina de trabajo "un poco diferente", aunque recalca que se trabaja duro "para desarrollar velocidad, agilidad, destreza", ayudando en todo ello la tecnología.
"Todos llevamos GPS. Recientemente, hablé con el entrenador de porteros sobre lo que podía obtener de él. Es muy interesante. Luego, puede hacer los entrenamientos más efectivos", explica al respecto Vaclik, al que le gusta el tenis, el baloncesto, el ping-pong y "los deportes de pelota en general", considerando "una ventaja" trabajar otros registros más allá del fútbol.
Además, Vaclik no deja nada al azar y estudia al milímetro a sus rivales. "Analizo a mis oponentes continuamente. Antes de cada partido, obtengo un corte de 15 a 20 minutos del entrenador de porteros con las características de los atacantes del rival y los lanzadores de penaltis", desvela. Pero también el aspecto mental es clave. Y, en ello, un portero debe ser muy fuerte: "Si algo me sucede durante un partido, puedo olvidarlo rápidamente.
Pero después es peor; mi cabeza le da vueltas. En ese momento, es importante analizarlo, hablar con alguien y discutir qué pasó y qué se pudo hacer mejor. Hay que dejarlo atrás, porque es muy importante ir al próximo partido con la máxima confianza y no pensar más en lo que fue".
Y añade sobre su profesión: "La parte difícil es que estamos solos en la portería y tenemos una gran responsabilidad. Puedes hacer muchas cosas bien, pero la mayoría te recordará por lo que hiciste mal. Confiesa, además, que en Nervión siente una exigencia extra a la que ha sabido adaptarse: "La presión siempre es enorme, porque están acostumbrados a ganar trofeos. Lo sientes y no puedes deshacerte de ello por completo. Pero, con una experiencia cada vez mayor, puedes soportarlo".