No invitaban las condiciones del choque a un partido brillante. Ante un rival tres categorías más abajo con un manto de agua constante, la segunda unidad del
Sevilla sacó el traje de funcionario y batió al Bergantiños con lo mínimo. Monopolizó la pelota, no concedió un metro al equipo gallego, al que fue madurando y marcó en una acción a balón parado. Que lo hiciera un defensa hace tiempo que dejó de ser anecdótico.
Pudo hacer dos o tres goles más, pero
sigue escaso de puntería el equipo de Lopetegui, lo que deja siempre abierto los partidos. Eso invitó al
Bergantiños a buscar el empate en los últimos mintos. Pero la falta de gol no es el único problema, también falta capacidad para mover más rápido la pelota y lograr sorprender a un equipo que tuvo como principal argumento su solidaridad para cerrar espacios cerca de su área.
Lopetegui
utilizó el equipo de la Europa League, aliñado con la presencia de Lucas Ocampos, que sigue con su rodaje antes de volver en LaLiga, y con
Dabbur escorado a la izquierda en el 4-3-3. Por aquella banda cargó el Sevilla, con Escudero más profundo que
Pozo y Óliver cayendo mucho por allí. También Jordán quiso recuperar sensaciones descolgándose mucho y dejando a
Gudelj su papel de bisagra, tarea que cumple a la perfección el serbio, futbolista que sólo forma parte de la ‘unidad B’ porque en la ‘A’ hay un tal Fernando.
En un partido
dominado de principio a fin, el marcador seguía marcando un uno cero que animó al Bergantiños a buscar el empate al final en un choque de
guion abierto por la falta de gol.