El
Sevilla de
Monchi y
Lopetegui no para de buscar estímulos ni de perseguir el margen de mejora en esta evaluación continua que es el mundo del fútbol, donde el ayer ya no importa y el mañana no existe todavía. De necios sería levantar el pie del acelerador ahora para dejarse llevar por la inercia positiva, pues eso suele conducir a la complacencia, que no es otra cosa que el umbral de la relajación.
Una vez superado el primer tercio de la temporada, el
Sevilla se ha clasificado como
primero de su grupo de la Europa League con un pleno de 15 puntos y, en
LaLiga, inició la jornada 15 desde una envidiable tercera posición, a un punto del
Real Madrid (que ganó en Vitoria) y el
Barcelona, con un valioso colchón de cuatro puntos con la
zona Champions y una fiabilidad avalada por su condición de mejor visitante del campeonato y por sus espectaculares cifras defensivas (10 partidos de 19 con la portería a cero).
En otros tiempos, en
Nervión ya habría cundido el 'tempus fugit': presumo ahora que puedo, porque no creo que pueda permitirme este lujo por mucho tiempo. Ahora, sin embargo nadie levanta la voz. La euforia está contenida en las calles y desde el club nadie se parte la camisa. Es más, el
sevillismo dedica más tiempo a señalar las pocas cosas malas que hay, que a celebrar las muchísimas que este equipo hace bien.
Y no es que no valore el trabajo bien hecho, es que esta prudencia es un fiel reflejo de lo mucho que ha crecido este club y de lo que implica haberse consolidado entre los más grandes. Aquí ya no existen los sueños de diciembre, las únicas ilusiones en el
Sevilla actual son los sueños de mayo, que es el mes en el que la plata sale de su envoltorio. Y tocar plata ya no es una utopía en esta entidad. Es más, tampoco existen ya los imposibles. Ni
LaLiga. O al menos, es menos imposible que nunca. Tampoco es una cuestión de vanidad, de ego subido, ni de una especie de síndrome del paladar fino, porque también hubo tiempos de esos en los que el empacho de éxito hizo traspasar la exigencia desmedida y caer en la crítica excesiva.
Este
Sevilla también ha madurado en ese aspecto. Por eso, tampoco se le da demasiada importancia a los evidentes problemas para cerrar los partidos -a pesar de los riesgos que eso implica-, ni a la clara falta de velocidad y de desborde en ataque. Y no se hace un mundo de todo eso porque la sensación unánime, desde el más tiquismiquis al sevillista más optimista, es que el proyecto está en buenas manos y que
Lopetegui sabe muy bien lo que hace.
Resulta del todo imposible, eso sí, tener varios frentes abiertos sin usar en profundidad una plantilla hasta ahora bastante diferenciada por competiciones. Por eso son tan importantes los teóricos partidos trámites, como el del jueves ante el
Qarabag o el de este domingo ante el
Leganés, dos de esos duelos que este
Sevilla actual está siempre 'obligado' a ganar.
En el choque europeo, una serie de aspirantes debían mostrar sus credenciales para formar parte de una alineación de gala muy compacta, casi sin fisuras. A lo sumo hay una o dos piezas que no terminan de encajar del todo. El resto, es un reloj suizo. No será nada fácil entrar en esa rueda y cualquier oportunidad de intentarlo es oro. En este tipo de encuentros se demuestran aptitudes como el hambre, la ambición o la tensión competitiva. Y, por poner algún nombre,
Bryan Gil,
Munir y
Dabbur aportaron el jueves la frescura, la movilidad, la velocidad y el gol tan demandos en este
Sevilla. Cuesta entender tanta grada.
En el de este domingo, por superioridad de estatus sobre un
Leganés en apuros (pero revitalizado tras el cambio de entrenador) y por ese binomio entre horario y clima que suele garantizar una buena entrada, los teóricos titulares deben demostrar el porqué de su rol privilegiado. Aunque la baja por lesión de
Fernando, la sanción de
Lucas Ocampos y las molestias de
Jesús Navas, van a repartir más oportunidades entre esos motivados aspirantes.
Gudelj -que ha actuado incluso de central de urgencias- será el sustituto en el pivote; con
Pozo y
Koundé como alternativas para el lateral derecho -si el elegido es el galo, Sergi Gómez iría al eje con Diego Carlos-. Más dudas ofrece el recambio del extremo argentino. Con
Nolito fijo en la izquierda,
Lopetegui tendrá que elegir entre el control de balón que le daría poner un interior como
Óliver Torres o el
'Mudo', apostar por la verticalidad de
Bryan Gil como extremo puro o decantarse por la movilidad de
Munir,
Dabbur o
Chicharito y salir con dos '9'.
Sea como sea, lo que sí tiene muy claro
Lopetegui es que el 'Lega' no lo va a poner nada fácil. A la
Real Sociedad le empató (1-1) y el
Barcelona sufrió para ganar (1-2) a un equipo que, a pesar de ser colista, ha mejorado mucho con
Javier Aguirre al mando. Se espera que el Sevilla plasme su superioridad, que ofrezca algo más de espectáculo a los suyos y, sobre todo, que los puntos se queden en
Nervión para poder seguir ofreciendo argumentos que sustenten la transformación que ha llevado al sevillismo de pasar de vivir el momento con el 'tempus fugit' a aguardar esos sueños de mayo con la ilusión de poder acariciar más plata.