Pese a la buena marcha del equipo, cuarto en LaLiga,
Machín ha dejado claro que habrá que acudir al mercado invernal para reforzar la plantilla. Se busca un central, preferiblemente zurdo, y un jugador que complemente el
ataque, los mismos objetivos que quedaron en el tintero de
Caparrós el pasado verano. Por ello, el director de fútbol del Sevilla y su equipo de trabajo se han puesto ya manos a la obra. Y con ese fin, se pudo ver el pasado domingo a Carlos
Marchena, adjunto del utrerano, en la granda del Benito Villamarín.
La misión del campeón del mundo no era otra que seguir recabando informes sobre
Fernando Calero, al que ya seguían en Nervión años atrás, cuando militaba en la cantera del
Málaga. Ahora, con
23 años, el defensor se ha consolidado en el eje de la zaga del
Valladolid (ha jugado todos los minutos en esta Liga) y, según ha podido saber
ED de fuentes próximas al club pucelano, es muy del gusto de los técnicos sevillistas. Sus
183 centímetros le permiten dominar el juego aéreo, pero el vallisoletano destaca especialmente por su cualidades técnicas en la salida de balón. Además, es ambidiestro y se adapta, por tanto, a cualquiera de los perfiles en el eje de la zaga, y se le aventura una gran progresión que ya ha hecho moverse a varios equipos potentes de LaLiga.
Con contrato
hasta 2021, el Valladolid pretende renovarlo y elevar su asequible cláusula de rescisión, que asciende a 11 millones de euros, pero en el seno del club de
Zorrilla comienzan a ser conscientes de que el potencial de los equipos interesados difícilmente permitirá atar a un jugador que ya amplió su contrato a mediados de la pasada campaña. Además del Sevilla, es habitual que en cada partido haya ojeadores de
Valencia y Atlético de Madrid siguiendo sus pasos, pero son
Villarreal y Real Sociedad los que van más en serio y estarían dispuestos a pagar su cláusula. Caparrós, por tanto, tendrá que moverse con celeridad y evaluar si Calero es el central que necesita Machín para elevar la competitividad en su defensa.