ENTREVISTA ED

Monchi: "Sueño despierto con el Gol Norte lleno en mi adiós"

Monchi: "Sueño despierto con el Gol Norte lleno en mi adiós"
Monchi posa para ESTADIO Deportivo frente al mosaico de Preferencia. - A. Sáez / E. García
Alejandro SáezAlejandro Sáez 18 min lectura



Solo hacen falta cinco minutos a pie de calle con Monchi para comprobar el cariño que el sevillismo le tiene, amén de que haya anunciado su marcha o que deje atrás 29 años en una entidad que se lo ha dado "todo". Fotos, abrazos, muestras de respeto... Resulta prácticamente imposible dar más de tres pasos seguidos con destino al coche, donde una conversación informal da pie a una larga y profunda entrevista en la que el de San Fernando desnuda sus miedos y anhelos en uno de los espacios en los que más cómodo se siente, el gimnasio. Un espacio que en los últimos tiempos le ha servido de ayuda para evadirse de ese agotamiento que acumula.

- La primera pregunta, quizá, la más importante. ¿Se siente ya liberado de todo ese cansancio que le ha empujado a dar ese paso de decir adiós al Sevilla tras 29 años de relación?
- No, tengo sensaciones distintas a las que tenía. Todavía mi mente no ha asimilado la realidad. La información, la noticia, va mucho más rápido que la mente. Yo todavía no he podido acompasar la realidad y la actualidad con mi mente; todavía estoy en ese proceso, por lo cual el efecto que uno busca con este cambio es aún pronto para evaluarlo.

- ¿Cómo ha vivido toda esta catarsis a lo largo del último año?
- He sido capaz de desconectar, más allá de que la idea la tenía clara. Pero al final, después de tantos años, han habido muchas pruebas, no sólo deportivas, sino también personales, que las he ido superando. El objetivo era tener una idea clara y que no afectara a mi día a día. Por un lado, querer salir, que era una idea clara que tenía, y por otro, no perder ni un ápice del grado de implicación con el día a día de la entidad.

- ¿Siente que ha estado demasiado en el foco de la noticia?
- Sí, demasiado. Pero el personaje existe y posiblemente habré tenido yo también mi responsabilidad, pues no habré manejado bien los tiempos. Pero como todo es nuevo para mí, me va a servir de experiencia para un futuro. He intentado hacer las cosas de la mejor manera posible, valorándolo todo, pero me he equivocado muchas veces. Aunque sí que he estado en el foco de la noticia más de lo que me hubiera gustado; en parte es inevitable.

- ¿En qué se ha equivocado Monchi con todo esto?
- Si tuviera que repetir los pasos, quizá los hubiera dado midiendo un poco más. Evidentemente, el primer fogonazo allá por el mes de mayo es muy corregible y muy mejorable. A partir de ahí, lo he intentado. Pero uno, por muy fuerte que sea, no es capaz de permanecer ajeno a una realidad intrínseca que uno lleva dentro.

- ¿Está teniendo Monchi la despedida que le hubiera gustado tener del Sevilla?
- ¿En cuanto al sevillismo? Quizá más halagado de lo que yo pensaba; las muestras de cariño y de agradecimiento están superando con creces lo que yo imaginaba. En cuanto al Sevilla, no necesita darme nada. Ya me ha dado mucho; me lo ha dado todo.

- ¿Tenía miedo a eso, a cuál sería la respuesta del sevillismo?
- ¿Miedo? Hombre, no sé si es esa la palabra. Me hubiera dado pena después de tanto tiempo. Pero también lo valoré en un momento puntual, y lo hice mío, que contentar a todo el mundo es imposible. No era una noticia bienvenida y también asumí y valoré que hubiera gente que no lo entendiese, que no lo aceptase y que lo criticara.

- ¿Y en qué cree Monchi que se ha equivocado el Sevilla? Parecía que el presidente era el único que no se enteraba de que Monchi quería marcharse.
- El Sevilla creo que no se ha equivocado. Todo lo contrario, creo que me ha dado lo que yo necesitaba, lo que yo quería. Pero esto es algo que al final nadie quería que pasara, ni siquiera yo. Es algo que yo necesitaba, pero que ni yo quería. Por eso no es una felicidad, sino todo lo contrario, una pena. Y el Sevilla, por la misma concatenación de hechos, estaba intentando alargarlo por si yo, como en otras veces, me arrepentía.

- ¿Había algún momento bueno para que Monchi saliera?
- Creo que no. Viendo las circunstancias, que me hubieran echado porque las cosas no hubieran salido. Al final te das cuenta de que al final de temporada no, porque hay que planificar; durante la planificación, evidentemente tampoco; después de la planificación, no porque tú eres el responsable y la tienes que asumir. Luego viene el mercado de invierno... Cuando alguien quiere que no ocurra algo, es así.

- ¿En qué medida ha influido la eliminación de la Champions en octavos de final?
- No, el tema estaba ya más que meditado. Quizá hubiéramos pensado que jugándonos los cuartos no era el momento adecuado, pero la decisión estaba tomada, meditada, hablada, discutida y comunicada de antes. No tiene nada que ver. Si hubiéramos pasado a cuartos, que es la ilusión que yo tengo y que es una espina para mí, pues sí hubiera retrasado el tema, pero no habría cambiado la decisión.

- En estos días le hemos oído decir que recuerda la infancia de su hijo mayor, pero no la de su hija. ¿Explica eso parte de su cansancio?
- Sí, es cierto. La infancia de Alejandro, que nació en el 93, y que prácticamente ha vivido toda mi etapa de futbolista, que es una vida, entre comillas, mucho más cómoda y más cercana que te permite tener más tiempo libre. Ese Sevilla que desgraciadamente no jugaba Europa, por lo que aún había más tiempo. María, en cambio, nace justo cuando yo me retiro; al mes de retirarme de futbolista. Le coge el año de delegado, que fue un año horroroso en cuanto a la cantidad de trabajo, y luego la época de director deportivo. Y es verdad que lo he comentado muchas veces con mi mujer en casa; de Alejandro me acuerdo lo típico, en Semana Santa vestido de costalero, en Feria de flamenco... De María me cuesta más trabajo; a no ser que vea fotos. Ya no solamente por el tiempo, sino por la capacidad mental de poder diferenciar. Después, en su juventud, sí es distinto, porque Alejandro se fue a Madrid. Pero es un debe que uno tiene como padre y es algo que yo quería devolverle a ellos en forma de agradecimiento. Esto, en parte, es cierto que puede ser una parte de lo que me ocurre. Al final yo me voy a ir sabiendo que no voy a ser capaz de convencer al cien por cien de que mis motivos son solamente esos. Pues habrá gente que no los entienda o habrá gente que, incluso, lo use de forma demagógica y diga que cansado está el que trabaja ocho horas en lo que sea, no yo. El otro día me mandaba un mensaje Coke, entre los muchos futbolistas que lo han hecho, y me decía: "Monchi, yo te entiendo, porque he visto tu cara tantas veces después de perder un partido que a mí no hace falta que me des explicaciones, porque te conozco". Los que me conocen saben por qué me voy, porque saben que mi capacidad de aguante de esta situación estaba llegando ya a unos límites que me estaban afectando, incluso, a la salud. Yo estaba hasta hace cinco días medicándome con seis medicamentos diarios; está ahí Adolfo Muñoz, que lo puede corroborar. Cogí una crisis hace un mes y medio de fatiga, cansancio y una dejadez bestial; he estado tomando todo tipo de vitaminas para recuperarme. La gente dirá, eso qué. ¿Es motivo para irte? Son una serie de circunstancias.

- ¿Cuántas veces ha leído la carta de su hijo y cuántas ha llorado con ella?
- Muchas veces, cada vez que la leo. Si me acuerdo me pongo a llorar otra vez, así que cambiemos de tema. Era inesperada, me la mandó Jesús Gómez (jefe de prensa del club) el domingo por la tarde vía email y no me dijo el qué, sólo que ahí tenía algunos comentarios de gente que me quería. Además me cogió aquí solo, pues la familia había ido a San Fernando con los abuelos y... Ayer mismo, en una gasolinera, esperando para echar gasolina, la leí y me puse a llorar de nuevo. Es que lo ha dibujado muy bien; quizá de todo lo que se ha escrito, que ha sido mucho y muy bonito, es quien mejor lo ha descrito; quizá porque es el que más directo lo ha vivido. Y además con ese matiz de rebeldía que tiene el sevillista con respecto a mi marcha, porque él, al final, lo que viene a comentar es que no quiere que me vaya, pero que como hijo tiene que aceptarlo. Hay de todo, la familia de San Fernando, mi madre, que ya es mayor, mis hermanos... No lo acaban de comprender. Ella no entiende porqué me tengo que ir y le surgen dudas, si ahora tiene que llamarme después de todos los partidos del Sevilla, como siempre ha hecho. Cuando me vaya, al final, voy a estar más lejos y eso no les gusta. En mi casa, mi mujer ha dicho que lo que yo haga va a estar bien hecho y los dos niños, aceptándolo menos, por temas muy personales.

- En la carta se hace referencia a esa primera vez en la que comunicó a la familia su necesidad de abandonar el Sevilla ¿Cómo fue ese momento?
- Había habido amagos, y lo habíamos comentado a veces, cuando estábamos juntos. Es verdad que mi familia está un poco dispersa, que Alejandro está fuera, que mi mujer y mi hija están en Cádiz, que yo estoy aquí. Cuando hemos estado juntos, algunas veces lo hemos comentado. Pero ese momento puntual, pues duro y difícil. De asumir que lo que era una posibilidad ya es una realidad. Ya son 29 años; para la gente que me quiere, es duro; para la gente que me aprecia o que entiende que mi aportación al club es positiva, es duro. Pero para mí es más duro todavía. Nadie va a sufrir con esta decisión como yo. Antes lo hablaba con José María Cruz, que me preguntaba como estaba y le decía que jodido. "La culpa es tuya", me respondía. Y sí. Eso es lo peor, que es una decisión tan mía que... Es algo que necesitaba hacer.

- ¿En algún momento, desde mayo hasta aquí, se ha preguntado dónde va a estar mejor que en el Sevilla?
- No y sí. No lo he hecho de manera tan, tan, drástica, pero sí lo he pensado prácticamente todos los días. Yo he representado esa duda interna con me acostaba por la noche pensando que me tenía que ir y me levantaba por la mañana diciéndome que no me podía marchar. Y eso ha sido casi continuo. Pero tan drástico como pensar en dirigirme al club y decir que todo lo que les había dicho, que no, nunca. Una vez que yo me había convencido a mí mismo, que eso había sido lo más drástico y lo más duro, no podía generar más dudas.

- ¿A quién fue el primero que se lo contó?
- A mi familia y amigos, pero tampoco abriendo mucho el radio de acción para que no se distorsionara el tema. Tampoco ha sido un día clave, ha sido algo que se ha ido fraguando poco a poco.

- ¿Cómo dibuja en su mente esa despedida formal en el Sánchez Pizjuán ante el Deportivo?
- Puf.. No sé. La verdad es que no lo sé. Para recordar, pero la verdad es que hasta ahora el ambiente en el campo no ha sido el más idóneo; el equipo tampoco anda bien deportivamente... En el guion de despedida me han fallado tantas cosas que una de ellas, quizá, es también esa, la propia despedida. Pero bueno, con que haya una persona, solo una, en el campo que me demuestre cariño, me sobra. Esto no lo elige uno, es algo espontáneo. Seguro que cada uno lo hará desde lo que siente. Mientras no sea nada fingido, sino algo sentido...

- ¿Le gustaría que el Gol Norte estuviera lleno y que su despedida sirviera como inicio de una tregua?
- Eso sería ya soñar despierto. Pero es un tema delicado sobre el que no me quiero pronunciar tampoco en exceso. Soy muy subjetivo en este tema. Todos sabéis cuál es mi vinculación con la grada, y con el Gol Norte en particular. Soy sevillista, pero tengo que pensar también que soy director deportivo.

- ¿Se sentiría decepcionado si el día de su despedida Gol Norte está vacío?
- No. Cualquier muestra de cariño tiene el mismo valor. Han sido tantas que cualquier cosa que pase el sábado (mañana) será positiva. Uno no puede ser egoísta y pensar que es el centro del mundo. El centro es el club, yo soy una parte. Cualquiera que se me acerca por la calle y me desea suerte, ese abrazo anónimo, vale tanto como diez mil. El otro día, antes de entrar al campo me hice fotos con mucha gente, una niña de seis años se me acerca y me dice 'Monchi, no te vayas'. Eso vale más que cualquier otra cosa. Después del partido del filial, me paro en un semáforo y un coche a mi lado me dice: 'No te vayas, León'. Eso lo guardo dentro. Lo que pase el sábado (mañana) será bonito porque lo voy a vivir con mis hijos, a pie de campo.