El vestuario del
Hannover-Burgdorf se ha habituado a los acordes del Himno del Centenario del
Sevilla, pues retumba en sus paredes después de cada victoria de los nervionenses. Una costumbre cuanto menos llamativa en un equipo alemán de balonmano que tiene como responsable a
Juan Andreu, un sevillista de Los Remedios instalado en la elite de este deporte y que recientemente disputó el
Mundial de Qatar con la selección española. "En el equipo me dicen que soy muy pesado, y cada vez que lo canto o lo pongo me dicen que pare, que ya están hartos de escucharlo, pero a mí me da igual. Eso sí, cuando pierde el Sevilla me inundan el whatsapp de mensajes para reírse de mí", cuenta a ESTADIO el internacional español, que avisa a sus compañeros de lo que les espera si los de
Unai eliminan al
Borussia: "El viernes puede ser un día muy bonito para entrenar o muy duro".
Pase lo que pase luego,
Juan Andreu recorrerá hoy 300 kilómetros en coche desde
Hannover para estar esta tarde en el
Borussia Park, con su camiseta de
Antonio Puerta, con el 16 a la espalda, la misma que tantas veces ha lucido desde que inició su aventura germana en 2012. "Por encima me pondré un chaleco y un chaquetón, porque en los estadios alemanes hace un frío de locura, pero por supuesto que la llevaré. He tenido suerte de que jugamos el domingo y entrenamos el jueves por la mañana, lo que me permite viajar tras la sesión. Contacté con el club y voy con un par de amigos. Tengo muchas ganas de que llegue el partido", señaló el pivote, quien se prepara para sufrir en el feudo de los ´potros´: "Va a ser complicadísimo. En
Nervión sufrimos mucho, pero con pundonor logramos ganar. Ellos tuvieron ocasiones bastante claras, son un buen equipo y se crecen en su campo".
No obstante,
Andreu confía en su
Sevilla, resaltando que en el
Gladbach temen a los hispalenses y apostando por un pronóstico tan positivo como apretado: "Hemos demostrado que somos capaces de lo mejor y ellos nos tienen muchísimo respeto, pues saben que viene el tricampeón de Europa, algo que no ocurría antes. Con un 1-1 estaría encantadísimo de la vida, pero que nosotros seamos los primeros en marcar, con un gol de
Iborra, que está siendo clave en los últimos partidos".
Sevillista por su abuelo materno, que lo llevó por primera vez al
Sánchez Pizjuán y propició el flechazo,
Andreu lo ha seguido en los destinos que le ha deparado el balonmano, y ni siquiera los 2.500 kilómetros que le separan de
Nervión han ralentizado su latido nervionense: "Cuando estaba en Cataluña, iba a verlo contra el
Barcelona y contra el
Espanyol. Ahora, en Alemania, es más difícil que vaya a los estadios, pero siempre que no me coincide con un partido lo veo por internet. Quedo con un amigo y disfruto del equipo con una cervecita". Hoy, en cambio, aprovechará la oportunidad de aportar su grano de arena en la grada del
Borussia Park para lograr la clasificación a octavos y que el Himno de
El Arrebato suene con más fuerza que nunca en el rincón más inesperado.