Alberto Gálvez4 min lecturaLa traca final del Tour de Francia, antes de la contrarreloj definitiva del domingo, comienza al borde del mar, en Niza, para acabar en lo alto de la última cima de la edición, el col de la Couillole, en una etapa corta, de 132,8 kilómetros, pero intensa con un desnivel total de 4.600 metros.
Aunque la etapa se desarrolla en todo momento por debajo de los 2.000 metros, en contraste con la víspera, ofrece un mayor desnivel que la jornada reina y un perfil en permanentes dientes de sierra, con cuatro puertos y un ascenso final vibrante, la última oportunidad de los escaladores natos de dejar su huella.
No hay descanso desde la salida, cuando emerge el col de Braus, un segunda categoría de 10 kilómetros al 6,9 % que sirve de aperitivo a una jornada rica en emociones.
Descendida la primera dificultad del día, la carretera vuelve a empinarse con la vista puesta en el Col de Turini, cita habitual de la París-Niza pero que el Tour a afrontado en menos ocasiones a causa, sin duda, de su situación geográfica, demasiado al sur. La última vez, la cuarta, que se subió fue en 2020.
Un primer desgaste para el pelotón, puesto que la montaña alpina tiene 20,7 kilómetros con una pendiente media del 5,7 %. De nuevo se reproduce el sube-baja encadenando con el Col de La Colmiane, otro primera categoría de 7,5 kilómetros al 7,1 % de desnivel que puede servir de rampa de lanzamiento para ataques de larga envergadura entre los favoritos para la general o en candidatos a una escapada.
Su cima se sitúa a 37 kilómetros de la meta, que tampoco serán un camino de rosas para los ciclistas, porque tras acabar el descenso en Saint-Sauveur-sur-Tinée comienza la subida al definitivo Col de la Couillole, con sus 15,7 kilómetros al 7,1 %.
Otro escenario típico de la París-Niza que la ronda francesa ha ascendido dos veces, en 1973 y 1975, aunque nunca antes había sido meta.Será el último aldabonazo de la alta montaña y dejará la carrera vista para la sentencia final de los 33,7 kilómetros cronometrados del domingo, en una edición que excepcionalmente no se cerrará en los Campos Elíseos ni con un paseo triunfal del ganador.
Tras la decimonovena etapa, el Tour de Francia ha quedado sentenciado. El esloveno Tadej Pogacar conquistó su póker de victorias en la presente edición y se colocó a 5.03 minutos en la general de Jonas Vingegaard, una distancia ya inalcanzable salvo hecatombe o desgracia para el primero.
Asimismo, Richard Carapaz se ha marcado un nuevo objetivo en este Tour de Francia: convertirse en el primer ecuatoriano que acaba como rey de la montaña. Sería un broche de oro para una edición que afrontó con dudas para la general, pero que ha cumplido con creces al haberse vestido por vez primera de amarillo y haber conquistado su primera etapa.