Si hay un momento culminante en una temporada olímpica, ése llega con la participación en los Juegos de ese año, al que los deportistas suelen enfocar su mejor estado de forma. En París 2024 ha habido alguna decpeción, alguien que no ha podido llegar bien o que no se ha encontrado como esperaba, pero, por regla general, la mayoría de los grandes favoritos que han competido lo han hecho en su plenitud.
Y eso también tiene consecuencias si la temporada no acaba ahí y si, como ocurre con el atletismo, la parte más importante de la misma llega en verano. Así se ha podido ver en la última cita de Liga de Diamante, celebrada en Chorzow (Polonia), y en la que se han batido dos récords mundiales, uno de ellos histórico.
Hacía 28 años -el 1 de septiembre de 1996- que el keniano Daniel Komen había establecido el récord del mundo de los 3.000 metros en 7:20.67. El atleta africano batió aquella marca en Rieti (Italia) y nadie la había podido superar desde entonces. Hasta hoy. Porque el noruego Jakob Ingebrigtsen no sólo la batió sino que la pulverizó. El atleta nórdico, campeón olímpico en 5.000 metros en estos Juegos Olímpicos de París, mantuvo su idilio con 2024 en Polonia y logró un mejor tiempo de 7:17.55 en los 3.000, nada menos que 3.12 segundos menos que la plusmarca de Komen.
Al noruego sólo pudo seguirle el etíope Berihu Aregawi, pero acabó con 7:21.28, lo que le valió para superar el récord de su país. Y los siguientes, ya finalizaron a más de diez segundos de Ingebrigtsen. "Esperaba batir el récord del mundo aquí, pero nunca se puede predecir si seré capaz. No me había imaginado que podría crorrer en 7:17", afirmó el atelta noruego, que no se conforma con eso: "Ahora quiero batir récords mundiales en todas las distancias, pero hay que ir paso a paso".
Jakob Ingebrigtsen no fue el único protagonista en la Liga de Diamante de Chorzow, pues a su 'fiesta' se unió un clásico en esto, el pertiguista 'Mondo' Duplantis. El sueco batió su propio récord mundial tras superar en la competición al estadounidense Sam Kendricks y al griego Emmanouil Karalis. El heleno se quedó en 6 metros y batió un nuevo récord de su país; Kendricks trató de plantar cara y llegó hasta el 6.08, cuando falló. Duplantis, como tantas veces vimos a Bubka en su día, se fue a por el récord del mundo y situó el listón un centímetro más arriba del 6.25 con el se coronó en París. Y lo superó... a la segunda.
“Sé que mucha gente vino aquí para verme saltar, así que quería ofrecerles una buena actuación. Este año me concentré en los Juegos Olímpicos y el récord fue algo natural porque estaba en buena forma. Por eso no estoy sorprendido con el récord de hoy, pero estoy agradecido. Se trata, simplemente, de estar en buena forma y creer que puedes hacerlo. Siempre quiero saltar lo más alto que pueda y seguir empujando", reconocía Duplantis, quien mantiene su pico de forma y aún cree que puede mejorar mucho más. "Nunca he realizado un salto que me haya parecido absolutamente perfecto, así que siempre siento que puedo hacerlo mejor”, avisa.