Nadie elige donde nace.
Sólo podemos elegir la actitud con la que queremos vivir y cuánto estamos dispuestos a luchar para conseguir nuestros objetivos. Nacemos en un lugar, con unas costumbres, una cultura, un idioma y unas percepciones y prejuicios que ha creado la sociedad en la que vivimos.
Una de las cosas más maravillosas que destaco del fútbol es la posibilidad de viajar y las relaciones que se crean en el momento y lugar más inesperado. Nuestro deporte tiene un lenguaje universal pero aún quedan muchas barreras por eliminar.
Suiza me ha dado la oportunidad de entrenar en el fútbol profesional y de hacerlo en su más alto nivel, a través del cual he podido conocer parte de su historia. Cuando uno
escucha Suiza en nuestro país, le vienen a la mente de manera casi automática cuatro o cinco palabras derivadas de su patrimonio. Sin miedo a equivocarme podrían ser:
bancos, chocolate, montaña, navajas y relojes. Después de mi experiencia en el país helvético
lo definiría en una sola, diversidad. No es casualidad que en ella se encuentren sedes de las más importantes
organizaciones del fútbol, como son la UEFA o la FIFA. Suiza ha sido desde hace muchos años políticamente neutral y ocupa un lugar privilegiado en la Europa central. Colinda con tres grandes potencias como son
Alemania, Francia e Italia. Su variedad lingüística y sus "puertas abiertas" le han permitido no solo ser rica económicamente sino adquirir una riqueza cultural única. Si esto lo trasladamos al fútbol, nos permite observar como en esos más de 8 millones de habitantes podemos encontrar una variedad futbolística de exquisita calidad.
No debemos olvidar que es un país donde predominan los deportes de invierno, como el esquí o el hockey sobre hielo. Son modalidades profesionales a las que el estado destina una importante inversión. No es comparable por ejemplo con
Uruguay, con menor número de habitantes pero donde sí es el fútbol el deporte rey. Estos condicionantes de riqueza y posición estratégica hacen que el fútbol suizo sea un gran exportador de talento hacia las grandes ligas europeas.
Además, por su formato de campeonato doméstico cabe la posibilidad de que hasta 5 equipos de 10 jueguen competición europea cada temporada, con lo que la vitrina internacional de su talento se ve favorecida. Estos últimos años la hegemonía la ha copado el
Basilea, ganando ocho ligas seguidas. En la pasada y la actual temporada, tras años de trabajo de formación e inversión económica ha cogido el relevo el
Young Boys.El principal canal de salida es la
Bundesliga alemana, estando en segundo lugar la
Serie A italiana. Este hecho nos demuestra revisando sus últimas alineaciones, que es muy difícil ver en el once titular de la selección nacional jugadores que militen en la
Super League. Es más, me atrevería a decir que los jóvenes que lo hacen están llamando a la puerta de las grandes ligas. Nombres como
Mbabu, Sow, Fassnacht o Benito, todos ellos partícipes del gran momento que vive el
YB, han dado el primer paso, vestir la 'maglia rossocrocciata', el siguiente será hacer las maletas y desembarcar en alguna de las cinco grandes ligas.
Pero el tesoro más preciado reside en el canal de entrada al país. La ventaja de la doble nacionalidad, ya sea porque han nacido allí tras la emigración de sus familiares, como sucede en muchos otros países del mundo, o por ser suizos a nivel futbolístico.
Es decir, jugadores que llegan en edades tempranas al país y que después de cuatro años en categorías de formación, son a todos los efectos igual de suizos que los nacidos en la región helvética.
Es por ello que, si buscamos los orígenes de sus internacionales, estaremos, sin duda, dando un paseo por la antigua
Yugoslavia. Hay muchas causas que hacen que un gran número de personas tengan que abandonar sus países de origen (como ocurre, por ejemplo, con los desastrosos conflictos bélicos). A veces, estas migraciones abren las puertas de nuevos escenarios inimaginables en un tiempo pasado. Suiza y cómo desde su neutralidad se enriqueció del entorno para competir al más alto nivel. Veremos si son capaces de derrotar a la
Portugal de Cristiano Ronaldo y escribir una página de éxito en su peculiar historia. De conseguirlo, volverían a jugar una final europea como ya hicieron en 2011, donde fueron derrotados en el
Europeo sub 21 por España. En aquel combinado militaban jugadores tan conocidos como
Granit Xhaka, Timm Klose, Yann Sommer, Xherdan Shaqiri o Mario Gavranovic.*
Guillermo Abascal es entrenador UEFA Pro y su última experiencia en los banquillos fue en el Lugano de la primera división suiza.