Madrid, 3 abr (EFE).- Ha tenido que ser Carlos Alcaraz, la nueva realidad del circuito profesional donde progresa a pasos de gigante, como un cohete, el que ha enterrado el maleficio del tenis español en el Masters 1000 de Miami, donde consiguió el primer gran título de su carrera.
Ha sido en el multiusos del Hard Rock Stadium, un majestuoso recinto que sobresale en el suburbio de Miami Gardens, al norte de esta ciudad del extremo sureste de Florida donde este murciano, nacido en El Palmar hace 18 años y 11 meses, ha conseguido el doctorado como jugador.
No hay barrreras para Carlos Alcaraz que el lunes aparecerá como el undécimo jugador del mundo. El triunfo ante el noruego Casper Ruud le situó como el más joven en ganar en Miami. Arrebató el récord a Novak Djokovic. Nada menos. Y se erigió en el tercero de menos edad en alzar un trofeo Masters 1000. Solo el estadounidense Michael Chang, en Toronto 1990 y Rafael Nadal, que lo consiguió en Montecarlo, Roma y Montreal en el 2005, lo hicieron con más precocidad.
Cada vez son mayores las miras de Alcaraz que hace un año era el 133 del mundo. Más de cien puestos ha escalado el español que esta temporada ha ganado ya dieciocho partidos y solo ha perdido dos y que consiguió en Miami su primer gran trofeo, un Masters 1000, una categoría que tiene solo por encima a los Grand Slam. Únicamente Nadal, en las semifinales de Indian Wells, y el italiano Matteo Berrettini, en los dieciseisavos del Abierto de Australia, pudieron con el pupilo de Juan Carlos Ferrero que asumió la dirección deportiva de Alcaraz hace cuatro años y que no faltó a la cita última del Hard Rock Stadium a pesar del reciente fallecimiento de su padre. Ahí estuvo, en el palco.
Añade el murciano el éxito en Miami, donde ningún español pudo ganar para acentuar y alargar su bolsa de premios a los conseguidos antes: al de Río de Janeiro de esta misma temporada y al de Umag en el 2021, cuando comenzó todo. No sabe lo que es perder una final este chico que disfruta en la pista y que quiere hacerse mayor entre los elegidos del circuito.
Acompaña a Alcaraz una madurez impropia de sus escasos años. Controlados los nervios propios de un gran evento en un escenario mayor, en el que se han disputado gestas inolvidables de fútbol americano, béisbol, tablas en las que han brillado en noches de ensueño mitos los The Who, Madonna, Paul McCartney o Pink Floyd; el español empezó a dejar su sello en un partido decisivo que enderezó en cuanto encontró el sosiego.
Es la cabeza la que marca muchas veces la distancia entre un buen jugador y uno grande. La que diferencia a la estrella del fuera de serie. En eso está Alcaraz, el segundo mejor jugador de la temporada (race) por detrás solo de Nadal, que auxilia su gran tenis con su impecable desarrollo físico y con una sensatez patente que su equipo procura asentar.
"Cabeza, corazón y cojones". La máxima que le enseñó su abuelo. Las tres ces que nunca olvida Alcaraz que en cada declaración demuestra tener los pies en el suelo. No pasa desapercibido para el seguidor, entregado a los nuevos vientos que aventura su tenis. Igual que en Indian Wells, donde ya tuteó a Nadal, el público de Miami se entregó con entusiasmo a la evolución del murciano que terminó por conquistar la pasión del seguidor cuando, en un gesto de gran deportividad, poco usual en el deporte profesional, corrigió una decisión a su favor del árbitro en el partido ante el polaco Hubert Hurkacz de semifinales y propuso la repetición del punto.
La final ante Casper Ruud estaba llena de banderas de España. Miami, ávida de un triunfo de la Armada, se inclinó a Alcaraz que superó otra barrera. Ningún español antes ganó en este lugar, considerado en su día como el quinto Grand Slam.
Alcaraz no había nacido cuando Sergi Bruguera, en 1997 disputó la final que perdió ante el austríaco Thomas Muster. Tampoco cuando la jugó Carlos Moyá, en marzo del 2003 y cedió contra el estadounidense Andre Agassi. Tenía el murciano dos años en la primera de Nadal (2005 cayó contra Roger Federer), cinco en la segunda (2008 frente a Nikolay Davydenko), ocho en la tercera (2011 frente a Novak Djokovic). Más edad tenía ya, raqueta en mano, cuando el balear jugó las dos últimas, en el 2014, batido por Djokovic otra vez, y en la última, en el 2017, superado por Federer. Cuando la disputó David Ferrer, en el 2013, Alcaraz contaba con diez años.
Nombres ilustres del tenis español que murieron en la orilla del éxito del torneo que ahora hecho suyo Alcaraz. España presume del mejor de la historia, Rafael Nadal. Pero también de la mayor promesa actual del circuito.
Carlos Alcaraz está en su momento. Con Federer a medio camino de la retirada y Djokovic arrinconado en el circuito por las exigencias sanitarias del covid. Con Nadal y Daniil Medvedev lesionados y con los principales referentes de la conocida como Next Gen inconstantes en su hacer, el panorama se abre para el murciano, que busca su espacio, su lugar y la gloria. Instalado ya en el equipo español de la Copa Davis, el joven de La Roda mira hacia un lugar en el top ten, quizás un Grand Slam, tal vez la Copa de Maestros. Rompe barreras y hace historia.
Santiago Aparicio