"Soy un guerrero de la edad antigua", se definió en su despedida Robredo, quien a sus 39 años ocupa el puesto 343 de la clasificación de la ATP, muy alejado del top-ten por el que transitó en 2006 y 2007.
El tenista gerundense anunció la fecha de su retirada en Sant Sadurní d'Anoia, en las cavas Vilarnau, empresa que ha firmado un contrato para ser el cava oficial del Godó los cuatro próximos años y de la que Robredo es embajador.
Y lo hizo después de pelotear, entre viñas, con un compañero de generación también retirado como David Ferrer, con el que libró duras batallas sobre la arcilla y que precisamente es ahora el director del torneo que le verá colgar la raqueta dentro de tres semanas.
Tras pasar por la ducha y vestirse de nuevo de calle, Robredo justificó en una entrevista concedida a EFE el porqué de su larga carrera (debutó en 1998 en el circuito). "Me he cuidado mucho y, dentro de lo que cabe, las lesiones me han respetado bastante", apuntó.
Tres veces campeón de la Copa Davis con España y ganador de doce títulos ATP, el exnúmero 5 del ránking mundial, hace seis temporadas que transita por torneos Challengers, algo poco habitual en un tenista con su palmarés.
"Si he podido seguir jugando es porque me gusta mucho el tenis y no me cuesta despertarme por la mañana e ir a entrenar. Hasta el día que nos encerraron (por la pandemia) lo hice a cien por cien", explicó.
Robredo tenía claro que, hasta que no encontrara algo que le llenara "más que el tenis", no iba a dejarlo. "Y ahora ya lo he encontrado", desveló.
Y es que, durante el confinamiento, en el que se trasladó con su familia de Sant Cugat del Vallès a Olot, lo descubrió. "Estar en casa, con mi familia y mi hija. Ahora sé que no quiero perderme la primera vez que camina o dice papá", explicó el jugador sobre su pequeña Alexia.
Poco a poco, Robredo ha ido "aceptando" que ni físicamente ni mentalmente está ya "como estaba antes" y que "uno va ganando años y perdiendo ránking" hasta que se da cuenta que es el momento de irse a casa.
Y que mejor que retirarse en el RCT Barcelona, en el torneo que ganó en 2004 y del que fue finalista en 2006. Y si es posible, en la pista 1 donde, muchas veces alejado de los focos, protagonizó remontadas míticas en el pasado.
"A mí, una pisa central como la del US Open, no me gusta. Prefiero una pista más pequeñita y ruidosa, con la gente cerca. Y en el Godó siempre pedía jugar en la 1, delante de mi familia y amigos, donde escuchas voces conocidas animando", recordó.
Podía haberse retirado en el Godó del año pasado, pero la misma pandemia que le descubrió otra vida además del tenis también retrasó su adiós. "No quería marcharme jugando con las gradas casi vacías", sentenció.