No es que haya psicosis, pero poco falta para ello en el
Málaga.
Lo que sí existe es un problema de considerables dimensiones, de esos que van minando la moral sin prisa pero sin pausa y que terminan convirtiéndose en un agujero negro del que es difícil escapar. Hablamos de los partidos como visitante.
Sin el calor de La Rosaleda, el conjunto blanquiazul es un caramelo para los anfitriones.Ocho partidos ha disputado esta temporada el cuadro de
José Alberto López a domicilio. Ocho encuentros en los que no ha sido capaz de sumar una sola victoria. En alguna ocasión, como en
Valladolid, lo ha tenido cerca, pero por unas cosas o por otras, no lo ha conseguido.
Ya acumula cinco derrotas y sólo tres puntos procedentes de tres empates. Pobre bagaje para un aspirante a los playoffs.
El Málaga es, ahora mismo,
el peor equipo de toda la Segunda división si sólo contamos los encuentros fuera de casa. Sólo el
Alcorcón, con un partido menos, lleva los pírricos tres puntos que acumulan los costasoleños.
La clave parece estar, además de en la mentalidad, que por mucho que se diga no es la misma que en La Rosaleda, en el sistema defensivo. No ya son sólo, que también, despistes, sino
desajustes de una idea que hace aguas se mire por donde se mire. Sea a balón parado, como llegaron los tres goles del
Cartagena, o en jugadas de acción, ya han encajado la friolera de 16 goles, a una media de dos por choque. Demasiado.
Sólo ante el Huesca fue capaz
Dani Martín de dejar la portería a cero. El
Ibiza y el
Almería le metieron a
Barrio dos tantos. Después llegaron los cuatro a Dani Martín de la
Ponferradina sumados a dos del
Sporting, uno del
Valladolid, dos del
Oviedo y los tres citados del
Cartagena.
Ahora vienen dos jornadas consecutivas en La Rosaleda, donde la situación es radicalmente opuesta. Sólo el
Zaragoza y el
Sanse fueron capaces de marcar. Para el siguiente desplazamiento, en
Burgos, habrá que esperar hasta el 27 de noviembre. Mucho tiempo para conseguir las mejoras que necesitan José Alberto y sus pupilos.