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El Barcelona de Setién se marchita

El Barcelona de Setién se marchita
El Barcelona se marchita - Santiago Aparicio
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El Barcelona salió líder de Vigo pero plagado de dudas (2-2). Sin alcanzar las exigencias y con una renta exigua en la cima de LaLiga, de la que se puede distanciar el domingo si el Real Madrid triunfa en el campo del Espanyol.

Lejos de acentuar la presión sobre el conjunto de Zinedine Zidane y de escarmentar de la experiencia en el estadio Sánchez Pizjuán, donde se dejó los primeros puntos tras el confinamiento por la pandemia, el equipo de Quique Setién dio muestras de debilidad en Balaídos, donde pudo cosechar un marcador peor.


El apresurado viaje por cada jornada de un tramo final apiñado despeja fecha a fecha el panorama de los objetivos. Ha limpiado la zona de descenso, en la que están anclados el Leganés, el Espanyol y el Mallorca. Ha depurado los puestos de Liga de Campeones, con el Atlético Madrid afianzado como tercero después de ganar al Alavés (2-1) y solo con la cuarta pendiente por culpa de la inestabilidad del Sevilla.


Eso sí, la puja por Europa se ha ampliado y ya está a tiro también del Athletic, que cumplió ante el Mallorca (3-1).


El Barcelona se ahogó en Balaídos. En dos salidas se ha dejado cuatro puntos el conjunto de Quique Setién, que recurrió al entusiasmo de los jóvenes de su plantilla como Ansu Fati y Riqui Puig para dotar de energía a su once. Sin embargo, fue un veterano, el uruguayo Luis Suárez, el que mantuvo de pie a los azulgrana.


Suárez, beneficiado por los meses ganados por el parón del coronavirus, puso en dos ocasiones a su equipo por delante en el marcador. Funcionó la conexión con Leo Messi, que le asistió en los dos goles. En la primera parte, para abrir el marcador, y en la segunda, para deshacer el empate establecido al inicio de la segunda mitad por el ruso Fedor Smolov.


Fue el reencuentro con el gol seis meses después del que le marcó en enero al Espanyol, lo mejor del Barcelona, que se topó con un empate inesperado a dos minutos del final con un gol de falta de Iago Aspas.


Pudo ser peor para el Barcelona en la última acción del partido cuando Nolito no acertó a llevar a la red un balón a puerta vacía.


El empate llena de frustración al equipo de Setién a la espera del desenlace del RCDE Stadium y el saldo del Real Madrid. Quedarán entonces seis jornadas por jugar.


El Atlético Madrid es el más fiable tras el confinamiento. El rendimiento del cuadro de Diego Pablo Simeone solo flaqueó en San Mamés, donde cosechó un empate. Ha ganado todo lo demás el conjunto rojiblanco que inició la reactivación de LaLiga sexto, fuera de la Liga de Campeones, y ahora solo va detrás de Barcelona y Real Madrid.


Suma siempre. Tres obtuvo ante el Alavés en el Wanda. Sin brillantez pero con eficacia le bastó al plantel de Simeone con un fogonazo de Saúl Ñíguez y un penalti transformado por Diego Costa, resultado de una gran acción del jugador del momento, Marcos Llorente.


El Athletic es uno de los equipos que mejor se ha adaptado a la nueva normalidad. A excepción de la derrota en el Camp Nou, el conjunto vasco ha sumado en todos sus partidos. Los vaivenes de Getafe, Real Sociedad y Valencia han alentado al conjunto vasco, que contempla Europa como una realidad.


Ganó al Mallorca, al que acerca a Segunda (3-1) y ya tiene a tiro, a dos puntos, a la Real Sociedad.


Pareció finiquitar el choque el conjunto de Gaizka Garitano en el primer cuarto de encuentro, con sendos tantos de Raúl García, de penalti, y el joven Oihan Sancet. Pero reaccionaron los de Vicente Moreno en la segunda mitad gracias a otra pena máxima, transformada por el croata Ante Budimir, y el 'Búfalo' Asier Villalibre cerró el marcador ya llegando al descuento, que sentenció al cuadro isleño, a seis de la salvación.


A la permanencia se aferra el Osasuna, que superó al Leganés, también condenado al adiós a la categoría. El equipo navarro logró la victoria en el tiempo añadido (2-1) gracias a un gol de Enric Gallego, que también había marcado el primero con una preciosa chilena. El bloque del mexicano Javier Aguirre, que había llegado a equilibrar el marcador con un magnífico tanto de Javier Avilés, tuvo en la mano el triunfo. Pero salió de Pamplona de vacío y resignado.