Simeone, en un año de transición

Simeone, en un año de transición
Simeone, en un año de transición - Óscar González
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Faltaban dos días para que se cumpliese el decimoctavo aniversario de la aprobación de la Constitución. Y, sin embargo, aquel 4 de diciembre de 1996 la noticia no eran los preparativos para festejar la inminente mayoría de edad de la Carta Magna, una fecha simbólica que venía a demostrar que el país había dejado atrás definitivamente la transición hacia la democracia.

Lo que amontonaba a los medios en una pequeña sala del registro civil de Madrid era un trámite legal. Diego Simeone juraba fidelidad al Rey y obediencia a la Constitución y a las leyes españolas. Con la fórmula tradicional -hace 23 años no se debatía sobre la posibilidad de utilizar otras- y tras cinco años de residencia continuada en España, el 'Cholo' formalizaba la adquisición de la doble nacionalidad.

El centrocampista argentino, que siete meses antes había sido protagonista del doblete conquistado por el Atlético y en agosto se había colgado la medalla de plata olímpica con la Albiceleste, no sólo lograba la ciudadanía española, sino que se descolgaba el cartel de extracomunitario.

Porque desde esa temporada 96/97, gracias a Jean-Marc Bosman, un modesto jugador belga que se atrevió a enfrentarse a la UEFA y la FIFA, los jugadores ya no se dividían en nacionales y extranjeros. Lo que marcaba su condición era si eran comunitarios o no.

Bosman había derribado las fronteras del fútbol europeo y, al amparo de esa revolución, los clubes acudieron con profusión al mercado exterior. De los 299 extranjeros que comenzaron aquella temporada, 184 eran debutantes en el fútbol español. Simeone no formaba parte de aquellos. Cuando juró la Constitución ya era un ídolo rojiblanco, un referente de la Liga, sinónimo de garra y espíritu competitivo, curtido en mil batallas.

Con 19 años, le habían dado sólo 40 minutos para decidir si abandonaba Argentina rumbo a Pisa Y no dudó. Con 22, se había graduado en Sevilla, junto a Diego Maradona y Carlos Bilardo, y con 26 ya era el '14' histórico del Atlético. Lo que no sabía Simeone, aquel 4 de diciembre, era que estaba en un año de transición. Que aunque el club y la afición aún vivían de la euforia provocada por el doblete y el equipo se iba a clasificar esa misma noche para los cuartos de final de la Liga de Campeones, su distanciamiento del técnico Radomir Antic acabaría por hacer imposible su continuidad.

No imaginaba el 'Cholo', que después, tras triunfar en Italia (Inter y Lazio), regresaría de forma infructuosa al Atlético y viviría una segunda transición en Argentina hacia el puesto de entrenador que casi todos le auguraban. Ese 4 de diciembre de 1996, impecablemente trajeado, con el pelo más corto que en la actualidad y cierta timidez al jurar la Constitución -bien por la expectación creada o por estar en un escenario que no dominaba-, era imposible imaginar la forma en la que el nuevo ciudadano comunitario iba a influir no sólo en el fútbol, sino en la propia sociedad española. Que casi un cuarto de siglo después existiría el término 'cholismo' o se recurriría a su 'partido a partido', como un lugar común más, aplicado de forma recurrente a cualquier aspecto de la vida.