Ada Hegerberg podría reducir su batalla por un nuevo rol de la mujer en el fútbol al 8 de marzo. Ese día, cada año, podría salir a la calle y gritar a viva voz en una plaza.
Ocurre, sin embargo, que ella prefiere vestir cada día de morado. Esa es, paradójicamente, la mezcla resultante cuando emulsionan pigmentos azules y rojos; las tonalidades características, por otra parte, de la selección noruega. A vestir su camiseta renunció el 29 de agosto de 2017 la delantera del Olympique de Lyon, hastiada por la falta de planificación y de diálogo.
"Tomar un descanso del equipo nacional ha sido difícil", expuso entonces, "pero está bien considerado". "Se basa en mis experiencias en la selección nacional durante un largo período de tiempo", justificó Ada.
La prematura eliminación de la selección nórdica de la Eurocopa no tuvo nada que ver. La futbolista noruega, de hecho, excusó "en gran parte" al seleccionador Martin Sjøgren; sí invitó a la gerencia a mejorar la administración del combinado femenino y a corregir las diferencias entre ellas y los chicos. Estos cedieron parte de sus ingresos comerciales a la selección femenina, pero Hegerberg no hablaba -solo- de dinero. Pedía un trato igualitario.
Dos años después de su adiós, la postura de Ada Hegerberg no ha mutado. Fiel a sus principios, la mejor goleadora de Europa se ausentará de la Copa del Mundo.
Cualquier "no" de Ada parece rotundo. Con ese monosílabo negó la invitación de Martin Solveig a bailar 'twerking' durante la gala de entrega del primer Balón de Oro femenino de la historia. Dos letras le bastaron para esquivar la desentonada propuesta del DJ francés.
Dijo "no" al perreo, porque para ella la palabra es más inspiradora que el baile. "Niñas de todo el mundo, por favor, creed en vosotras", apuntó aquella noche como cierre de su discurso.
Y es que Ada Hegerberg (Molde, 1995) creyó siempre en sus condiciones. Dio sus primeros pasos en el Kolbotn. Su carta de presentación fueron 3 goles en 9 partidos de la Toppserien 2009/10.
Jugó en Noruega otras dos temporadas, la última en el Stabaek, donde dejó entrever su potencial como delantera.
Gritó 33 goles en 25 fechas. Las cifras fueron algo más discretas durante su estancia de dos años en el Potsdam alemán.
Anotó 9 y 5 goles, respectivamente, justo antes de su desembarco en el Olympique de Lyon.
En el gigante francés explota desde 2014 el talento que se entreveía por su hambre, por su ubicuidad y por su planta (1,77 metros). La estadística es definitoria: suma 197 tantos en 166 duelos desde que juega en Francia.
En la final de la Liga de Campeones devoró al Barcelona con una exhibición grandilocuente. Hegerberg acompañó al gol de Dzsenifer Marozsan con un triplete fugaz. En 16 minutos, del 14 al 30, enterró el sueño azulgrana en Budapest. El campeón galo revalidó su corona continental con un triunfo concluyente, por 4-1.
"La verdad es que yo no me la esperaba así. En los vídeos se la veía más lenta", reflexionó Andrea Pereira tras sufrir a la noruega en el Ferencváros Stadium de Budapest. "Por su envergadura, por su calidad y por su técnica, el Balón de Oro es totalmente merecido", agregó la central barcelonista, sobrepasada, como Marta Torrejón, Mapi León y Leila Ouahabi, por el vendaval ofensivo del OL.
Aquella fue la tarde de Shanice van de Sanden, de Eugenie Le Sommer y, sobre todo, de Ada Hegerberg. Con cada gol -y no son pocos- multiplica el eco de su reivindicación. ¿Está el mundo del fútbol dispuesto a escucharla?