BALONMANO MUNDIAL 2019

Francia y España buscan coronarse en la cuna del balonmano

Francia y España buscan coronarse en la cuna del balonmano
- Javier Villanueva
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Las selecciones de Francia, vigente campeona mundial, y de España, última campeona de Europa, tratarán de amargar la fiesta a Alemania y Dinamarca, anfitrionas de un Mundial que celebra el retorno del balonmano a su hogar. El balonmano vuelve a casa, vuelve a Alemania y Dinamarca, dos países, especialmente en el segundo, en el que esta disciplina ha sobrepasado la barrera del deporte para convertirse en todo un fenómeno social. De hecho, alemanes y daneses pugnan por atribuirse la paternidad de este deporte.

Los germanos sitúan el origen del balonmano en el juego creado en el año 1917 por el profesor de gimnasia Max Heiner en Berlín y denominado "torball". Pero los daneses remontan el nacimiento de esta disciplina a 1898, cuando el también profesor de educación física Holger Nielsen desarrolló en Dinamarca el "Haandbol", un juego en el que, a semejanza del fútbol, se trataba de meter goles en una portería, eso sí, con las manos. Una más que centenaria historia de amor a la que Alemania y Dinamarca tratarán de poner un punto y seguido el próximo 27 de enero en el Jyske Bank Boxen de Herning (Dinamarca) con un título mundial que vendrá acompañado, en esta ocasión, con un billete para los Juegos Olímpicos de Tokio.

Al oro no solo aspiran Francia, Alemania, Dinamarca o España, sino que también se postulan los equipos de Noruega, Suecia y Croacia, que completan la nómina de máximos favoritos en una edición mundialista que se antoja más abierta que nunca. Lejos han quedado los tiempos en los que la selección francesa, ganadora de los dos últimos Mundiales, parecía arrancar cada gran competición un peldaño por encima del resto de sus rivales.

La tendencia se ha visto acentuada por la ausencia de su gran estrella, el central Nikola Karabatic, que se perderá la cita mundialista por la lesión en un pie que le obligó a pasar por el quirófano a mediados del pasado mes de octubre. Su ausencia obligará a los jóvenes Ludovic Fabregas, Nedim Remili, Melvin Richardson o Dika Mem a dar un nuevo paso adelante y alcanzar la fiabilidad y solidez de sus ilustres predecesores. Y es que pese al inmenso talento y poderío físico que atesora la nueva generación de internacionales franceses, todos ellos destinados a convertirse en grandes estrellas mundiales, aún no ha logrado el poder de intimidación que causaban los Thierry Omeyer, Bertrand Gille o Daniel Narcisse. Una circunstancia que ha disparado los rumores sobre una posible incorporación de Nikola Karabatic al equipo una vez ya iniciada la competición, tras reducir notablemente la megaestrella francesa el plazo previsto para su recuperación.

La madurez competitiva es uno de los puntos fuertes de la selección española, que volverá a tener en la inteligencia táctica y la variedad de su juego combinativo su principal argumento para tratar de repetir el triunfo que logró el pasado año en el Europeo de Croacia. Más dudas ofrece Alemania, un equipo que posee todos los mimbres necesarios para aspirar a la victoria en cualquier gran competición internacional, pero que parece todavía no haber digerido la marcha del técnico islandés Dagur Sigurdsson, el entrenador que le llevó al título continental en 2016. A estas incertidumbres parece ajena la selección de Dinamarca, que liderada por Mikkel Hansen, que parece haber recuperado su mejor versión tras un curso 2017/18 lleno de dudas, se perfila como uno de los máximos favoritos al oro. El combinado nórdico contará para ello no solo con la ventaja de su condición de anfitrión, sino también con su presencia en la parte del cuadro, a priori, más accesible y en la que sólo Suecia y Noruega parecen en disposición de interponerse en el camino de los de Nikolaj Jacobsen hacia las semifinales. Para ello, Suecia, vigente subcampeona de Europa, no ha dudado en reforzarse con el regreso de dos ilustres como los laterales Kim Ekdahl Du Rietz y Kim Andersson, mientras que Noruega, subcampeón mundial hace dos años, confiará su futuro en el inmenso talento del central Sander Sagosen. Completará la nómina de favoritos la selección de Croacia, que tratará de resarcirse del varapalo que sufrió en el Europeo que organizó el pasado año, en el que ni tan siquiera logró acceder a las semifinales, de la mano del central Luka Cindric y, sobre todo, de la sapiencia de Lino Cervar, toda una leyenda de los banquillos.

Con un objetivo más modesto, acceder a la segunda fase, arrancarán su participación en el Mundial las selecciones de Brasil, Argentina y Chile, para lo cual estas dos últimas no han dudado en confiar en la dirección de dos técnicos españoles, Manolo Cadenas y Mateo Garralda.