Madrid, 18 may (EFE).- El recuerdo de Luis Ocaña (Priego, 1945, Mont-de-Marsan, 1994) cumple este domingo 25 años y el ciclismo español rememora las hazañas deportivas de un campeón de personalidad fuerte, marcado por una vida dentro y fuera de la bicicleta plagada de obstáculos, desde su infancia hasta que decidió quitarse la vida con 49 años de edad.
Las imágenes entre blanco y negro y color indefinido de la época que abarcó la vida profesional de Ocaña entre 1967 a 1977 muestran recuerdos dulces y amargos. Como un reflejo general de toda su vida. Fue uno de los pocos corredores de la época a quien el "Caníbal" Eddy Merckx trataba de usted en carrera.
Ocaña fue profesional de 1967 a 1977 y obtuvo 110 victorias, entre ellas un Tour de Francia, muy poco para los tres que tenía que haber conseguido de no haber sido por el infortunio casi genético que arrastraba.
Durante la infancia se trasladó con su familia de cuatro hermanos al Valle de Arán, en Vielha, donde sus padres encontraron trabajo en un primer paso del exilio económico en época de hambre en la España de posguerra. El siguiente paso fue la llegada al sur de Francia, a Mont de Marsan, donde sufrió la burla y el maltrato de sus compañeros de colegio y después con 12 años una tuberculosis que le marcó la existencia.
A pesar de la oposición de su padre, Ocaña se hizo ciclista. Tuvo que falsificar su firma para entrar en el primer club ciclista, y se formó bajo la tutela de Antonin Magne.
Hablar de Ocaña conduce al recuerdo de sus triunfo en el Tour 73 y Vuelta 70, y a las escenas de dolor por los laureles perdidos debido a las caídas. El español de Mont-de-Marsan fue conocido como "el Merckx español".
Debutó como profesional en 1969, y en el Tour de ese mismo año se vio obligado a abandonar por una caída. Se iniciaba una mala suerte crónica, para siempre.
En 1970 logró un triunfo de etapa y en 1971 puso la imagen para una foto histórica. Con el Tour ganado a pulso en duelo con Merckx, el conquense se cayó en el col de Mente y hubo de retirase.
Merckx no quiso al día siguiente el maillot amarillo. Al año siguiente los médicos le prohibieron seguir después de acabar una etapa escupiendo sangre.
Su triunfo en el Tour 1973 también tuvo tintes dramáticos, ya que sufrió una caída al cruzársele un perro en la segunda etapa. Ese año ganó seis etapas y lució el maillot amarillo desde la séptima. En la general sacó 16 minutos el francés Bernard Thévenet. Ya no volvió a brillar en el Tour, donde acumuló 4 abandonos en 8 participaciones.
Aquella victoria volvió a poner en el mapa del Tour al ciclismo español, que solo aportaba en el palmarés el triunfo de Bahamontes en 1959.
Ocaña, siempre personaje de fuerte carácter e indomable, rasgos heredados por su padre, otro luchador en la dura posguerra, se bajó de la bicicleta para siempre en 1978 y se hizo viticultor. También ejerció de comentarista de radio y televisión. Las desgracias le persiguieron fuera del ciclismo, pues en 1979, trabajando para Antenne 2, sufrió un aparatoso accidente de automóvil que a punto estuvo de costarle la vida.
Con la suerte esquiva y los problemas de salud que le persiguieron durante muchos años, entró en estado depresivo. En un episodio profundo de abatimiento, acuciado por problemas económicos y afectado por una hepatitis C, decidió quitarse la vida.
Hasta su muerte desató polémica, ya que en parte de su familia se pensó en la posibilidad de un asesinato.
La localidad de Priego, en el norte de la provincia de Cuenca, le recuerda con un monumento en el que a veces reposan ramos de flores. y en la capital la piscina municipal lleva su nombre.
En Miranda de Ebro (Burgos) se le rindió homenaje poniendo su nombre a un puente elevado del ferrocarril por donde pasó el primero en la penúltima etapa de la Vuelta 1973. La etapa la ganó Eddy Merckx. Su rival, su bestia negra, el hombre a quien puso entre las cuerdas.
El deporte español se acordó del mítico corredor el 27 de mayo de 2008, cuando le otorgó a título póstumo la Medalla de Oro de la Real Orden del Mérito Deportivo.
Carlos de Torres