El
Real Madrid prolongó en la
Copa del Rey de
Vitoria el estado de gracia en el que se ha instalado hace un lustro y sumó un trofeo más, el decimotercero desde que en junio de 2011
Pablo Laso tomase las riendas de un equipo que ha moldeado a su estilo y ha convertido en una máquina de ganar títulos.
Porque desde su llegada al banquillo blanco, el club ha logrado clasificarse para diecisiete de las veintitrés finales posibles y ha llegado a ganar todos los títulos en juego en una temporada perfecta como la de 2015, en la que levantó una
Euroliga que se le resistía desde hacía dos décadas.
Algo similar ocurrió con la
Copa del Rey. Cuando el técnico vitoriano fue fichado, la sequía duraba 19 años y, de las seis disputadas hasta este domingo, ha conquistado cinco, cuatro de ellas de forma consecutiva por primera vez en la era
ACB.
Otro detalle que refleja el monólogo del
Madrid de
Laso es que lleva casi tres años sin perder una final, ganando las últimas ocho en las que ha participado entre
Supercopa,
Copa del Rey,
Liga Endesa,
Euroliga y
Copa Intercontinental.
En
Vitoria partía como el gran rival a batir, pero no lo tuvo nada fácil. Más bien lo contrario. Estuvo contra las cuerdas en cuartos ante el
MoraBanc Andorra y en semifinales frente al
Baskonia, y en ambos casos se salvó tras remontar en la prórroga gracias a un inspiradísimo
Sergio Llull.
Incluso en la final, el
Valencia Basket tuvo un último balón para arrebatarle el título, pero con tan solo nueve décimas y dos puntos de desventaja no fue capaz de lanzar a canasta e impedir que el conjunto blanco volviese a salir victorioso.
Más allá del factor suerte que algunos detractores le achacan en ocasiones, el secreto de su éxito es el trabajo diario, según explicó el propio entrenador tras la final.
A ello hay que sumar la calidad de una plantilla de muchos quilates que mejora año a año liderada por un jugador de la talla de
Llull, que disfruta como nadie jugándosela en los momentos calientes cuando al resto le quema el balón. Ahí el balear se desenvuelve como pez en el agua.
Además de ratificar la hegemonía madridista en el baloncesto nacional, la Copa ha dejado otras evidencias como la endeblez de su eterno rival, un Barcelona mermado por las lesiones que sufre la peor campaña en cuanto a resultados en lo que va de siglo.
Si bien en cuartos fue capaz de eliminar a un decepcionante
Unicaja -que desaprovecho una ocasión de oro y defraudó con una segunda parte para olvidar que deja tocado al proyecto de Joan Plaza- el
Valencia Basket le superó en semifinales con solvencia.
El equipo de
Pedro Martínez cumplió con creces, ofreciendo una excelente imagen y quedándose a las puertas de su segunda
Copa del Rey, ratificando sobre la pista del
Buesa Arena su buena trayectoria tanto en
Liga como en
Eurocopa.
También jugó un baloncesto de alto nivel el anfitrión
Baskonia, que derrotó con facilidad en su debut al
Iberostar Tenerife y solo cedió ante a la postre campeón en un partido sublime que tuvo en sus manos y acabó perdiendo en el tiempo extra, dejando a su afición con la miel en los labios.
En su segunda participación copera se vio a un gran
Andorra que estuvo a punto de aguarle la fiesta al Madrid. Los de
Joan Peñarroya pudieron dar la campanada si los árbitros hubiesen pitado un claro campo atrás de
Llull en la última jugada, pero también si sus hombres hubiesen defendido mejor dicha acción.
Y los dos equipos canarios pasaron con más pena que gloria. El
Herbalife Gran Canaria, que defendía el subcampeonato copero, apenas tuvo opción ante el
Valencia y cayó a las primeras de cambio y el
Iberostar Tenerife fue inferior al
Baskonia y no pudo repetir su triunfo liguero en el
Buesa Arena.
Junto al MVP Llull, también tuvieron actuaciones destacadas sus compañeros Anthony Randolph y Luka Doncic, así como Bojan Dubljevic (Valencia), Shane Larkin y Rodrigue Beaubois (Baskonia), Ante Tomic y Marcus Eriksson (Barcelona) y Giorgi Shermadini (Andorra).
La edición de 2017 se recordará por haber batido dos récords históricos, el de asistencia, con 103.968 espectadores acumulados en los siete partidos, y el de público en un solo encuentro, gracias a las 15.465 personas que vieron en directo la semifinal entre el
Baskonia y el
Real Madrid.