No se siente español, pero quiere jugar en la selección española.
Piqué participa en el
referéndum ilegal, sin el más mínimo sostén democrático, en un acto de irresponsabilidad con el que ha empujado a la calle a otros catalanes que le tienen como referencia y modelo de conducta... pero también quiere estar en la foto de la concentración de
España.
Busca en su mente y encuentra excusas con las que justifica su
falta de coherencia. Jugar con
España no es un acto de patriotismo. ¿Por qué suena y escuchas, entonces, el himno español? Porque cada vez que te enfundas esa camiseta, representas al que todavía es tu país.
Piqué no quiere irse de la selección. El "si molesto me voy" lo ha dicho con la boquita pequeña, vaya a ser que le escuchen. De hecho, le asalta el llanto con solo verbalizar esa posibilidad porque es muy bonito, maravilloso, pasearse por el mundo con todos los privilegios de un futbolista internacional.
Se pone en la foto emitiendo un voto inútil como el que toma parte en un juego de niños, pero lo que hace es muy grave. Regalar crédito a unos políticos que no respetan la
democracia porque viven y actúan al margen de la Ley. Si algún día hay referéndum, debe hacerse con todas las garantías y con el consentimiento previo de todos los españoles.
Piqué se ha pasado de frenada, se ha puesto a favor de quienes han fracturado socialmente
Cataluña y ya no le vale su doble lenguaje, ni su doble cara. Quería que se suspendiera el partido ante
Las Palmas para encontrar la repercusión mediática que pretendían -y han logrado en gran medida- los golpistas radicales.
La negativa a jugar con público debería tener sus consecuencias para el
Barça, como las tendrán las palabras y actos de
Piqué, a quien ya se le ha acabado el cuento. Sus compañeros lo defendieron para frenar los silbidos, pero Piqué sigue echando leña al fuego. ¿Qué busca? ¿Que no le convoquen? ¿Convertirse en otro mártir de la causa catalana? Está en el camino.