Si el plan que el Betis maneja es
vender a Adán por unos 5 millones de euros y
fichar libre a Adrián San Miguel, seguramente
muchos lo aplaudirían. Se marcharía un portero que cumple 30 años el próximo 13 de mayo y que ha dado un rendimiento excelente, y le sustituiría otro que acaba de cumplir esa misma edad (30), que ha mostrado su valía en el
West Ham y que lleva el Betis en las venas. El cambio suena bien, al menos tiene buen color en el papel que todo lo soporta de una optimista planificación.
Hacer caja, no debilitar una demarcación tan importante e introducir en el vestuario a un profesional al que en su día no se supo retener y que llegaría con la mente limpia y
un plus de ilusión con el que sacarse la espinita clavada en el pasado.
Si ese es el plan, decía, el negocio parece redondo, aunque se eche en falta el reconocimiento personal a quien le ha tocado soportar la parte ingrata que tienen casi todas las relaciones contractuales en el mundo del fútbol. Un gran portero barato de rendimiento alto, pagado a la baja gracias a la predisposición de Adán a ayudar, a esperar el cumplimiento de las promesas incumplidas a cambio de demostrar y demostrarse que es uno de los mejores metas de España.
Adán, que
había sido internacional cinco años consecutivos con la selección española en categorías inferiores, desde la sub16 a la sub 21, fue víctima en daño colateral de la guerra Mourinho-Casillas en el Madrid. El portugués le puso en la diana tocando al entonces intocable capitán madridista y de la selección, campeón del mundo y doble campeón de Europa:
"Mis ayudantes me dicen que Adán está mejor que Casillas", llegó a afirmar al darle la titularidad en Málaga -año 2012- al ahora bético, en detrimento de Iker.
Tras su paso por el
Cagliari, donde sólo jugó 2 partidos, llegó al Betis para volver a sentirse portero, priorizando llenar su mente de sensaciones perdidas a acumular millones de euros en su cuenta corriente.
Negoció muy a la baja -40.000 euros hasta final de temporada-, dejó una ficha alta en Italia y le prometieron que iría creciendo junto al Betis. En el último descenso
mantuvo su fidelidad al club, al que llegó como refuerzo invernal -en enero- en la bochornosa temporada de los 25 puntos. Siendo
pieza clave del retorno a Primera, logró una ampliación y mejora en su contrato y lo celebró definiéndose en su web oficial como "Un loco más de la cabeza hasta 2019".
Desde ahí, hasta la fecha, su compromiso le ha convertido en
uno de los cuatro capitanes del equipo (junto a Joaquín -el primero-, Cejudo y Bruno). En un Betis tan inestable, se ha visto obligado a tirar de su indiscutible liderazgo en multitud de ocasiones. Pone la cara en las duras, sin miedo a que se la partan, sin buscar protagonismo en las maduras. En el plano deportivo, acumula méritos que hacen de él uno de los cinco pilares que sostienen al Betis. En su nivel competitivo sólo están
Ceballos, Rubén Castro, Joaquín, Durmisi y, últimamente,
Brasanac. Por ponerle un pero, la inseguridad que transmite a veces con los pies. En todo lo demás, sobresaliente.
Un portero valiente, experto, que gana puntos y que es querido y respetado por su afición, el mejor veredicto para medir la trascendencia real de un futbolista. En el plano económico, sin embargo, y por increíble que parezca, Adán está
al nivel de Zozulya.
Torrecilla, en primera instancia, y
Haro y Catalán en segunda, sabrán qué plan tienen en mente. Ellos manejan todos los datos para montar una estrategia que, desde fuera, aparece alejada del sentido común. Lo lógico habría sido ubicarle a la altura contractual de
Rubén, Joaquín y Sanabria, aumentándole una cláusula de tan sólo 8 millones, al alcance de muchos clubes poderosos, y otorgándole valor a un ´producto´ imprescindible en el plantel actual. El futuro nos dirá si lo que intuimos como un grave error acaba en acierto de los dirigentes. En cualquiera de los casos, en la espera hay un damnificado. Adán se entregó al Betis desde el minuto uno, pero sus buenos gestos no han encontrado correspondencia. Hoy sigue siendo un 'loco de la cabeza' desplazado a un escalón que no es el suyo.