El río suena y agua lleva. Pero ha aclarado el presidente del Sevilla que no existe una oferta formal para la compra de las acciones del club, ni le consta que ningún grupo de accionistas esté estudiando esa posibilidad. Sí hay, según el propio José Castro, "intermediarios que han mostrado interés" en esa posible compra, que se antoja muy complicada en una entidad con un reparto accionarial que obliga a acuerdos para gobernar y tomar grandes decisiones y, por fortuna, con un amplio porcentaje en manos de pequeños accionistas que están dispuestos a fiscalizar y a intentar evitar cualquier aventura vinculada a los millones asiáticos.
Quienes poseen títulos deben estar encantados con que salgan a la luz pública las cifras astronómicas con las que podrían hacerse millonarios. Nadie se va a negar a poner en el escaparate mundial a su empresa, multiplicando el valor de sus acciones. El rumor cotiza, pero está por ver si acaba convirtiéndose en noticia. Del Nido ya ha dicho que no vende, y su familia controla un 27% del capital social. José Castro también ha manifestado con rotundidad que las acciones de Sevillistas de Nervión no están en venta, otro 15% -las suyas, las de Francisco Guijarro y las de Roberto Alés-. Del citado grupo de Utrera se desligó José Gómez Miñán. Ni él, con un 3,5%, ni Rafael Carrión, el segundo mayor accionista a título individual con un 15%, se han posicionado.
La preocupación entre los sevillistas existe, pero si quienes han hablado cumplen su palabra, el capital asiático no dispondría de mayoría suficiente para gobernar. Podría ocurrir como en el Atlético de Madrid, donde el gigante inmobiliario y de entretenimiento Wanda, del magnate Wang Jianlin, posee un 20%. Que se repita en el Sevilla el modelo de Peter Lim en el Valencia suena, al menos de momento, a cuento chino.