Álvaro Palomo4 min lecturaLa vida le ha cambiado considerablemente a Kike Salas cuando menos lo esperaban tanto él como el propio club sevillista. El canterano ha pasado de ser una pieza prescindible el pasado verano tras su cesión de seis meses en el Tenerife a convertirse en un elemento fundamental en el esquema de Quique Sánchez Flores, que prácticamente ha contado con él desde que llegó al banquillo y que lo ha alabado en numerosas ocasiones.
El canterano aprovechó la oportunidad después de un primer tramo de temporada con escaso protagonismo, sobre todo a las órdenes de Diego Alonso, y ha respondido con vehemencia a pesar del frenazo de las tres semanas parado por una inoportuna lesión. Ahora mismo, se erige en un fijo en el eje de la zaga nervionense junto a Badé y Sergio Ramos y esta importancia ha alcanzado su culmen con su papel determinante en el derbi del pasado domingo contra el Betis en el Benito Villamarín.
No en vano, marcó el gol del empate con un cabezazo inapelable que le sitúa en una nueva dimensión, impensable hace seis meses, y también en el escaparate de cara al próximo mercado. Su nombre ya aparece en la agenda de clubes importantes y seguramente llamarán a las puertas del Sevilla en este verano.
Sin embargo, en el Sevilla se respira completa tranquilidad con respecto al polivalente central por varias razones. Primero, como ha podido constatar ED, por el deseo y la predisposición del futbolista de permanecer en el Ramón Sánchez-Pizjuán más allá del interés que ya despierta, y segundo por el hecho de que ejerce el control de su futuro por la renovación que se llevó a cabo antes de su salida como cedido al Heliodoro Rodríguez López en enero de 2023.
El club nervionense, que confiaba plenamente en su proyección, lo ató hasta 2026 y lo blindó con una elevada cláusula de rescisión que le permite tener la sartén por el mango. De hecho, su precio de liberación unilateral asciende a 50 millones de euros, una cantidad que pone freno a los pretendientes y otorga autoridad a los nervionenses a la hora de una hipotética negociación.
Cabe apuntar que, como aseguran a ESTADIO fuentes cercanas al jugador, las condiciones firmadas a principios del año pasado no cambiaron cuando en febrero se convirtió a todos los efectos en futbolista del primer equipo con el dorsal 2. Tanto su salario como los años de contrato se mantuvieron intactos, por lo que no resultaría extraño que pronto se iniciaran nuevas conversaciones para ajustar su ficha a su estatus actual.
De momento, el plan de la planta noble con él en este verano coincide con la idea de Salas de continuar en Nervión, más aún si prosigue Quique, si bien, como el resto de futbolistas de la plantilla, no es susceptible de salir si llegara una oferta fuera de mercado para ficharle. Extremo en el que manda el Sevilla respaldado por un precio que marca su cláusula de 50 millones de euros.
En este contexto, es reseñable que su valor de mercado se ha disparado en la presente temporada, pues, según Transfermarkt, al término de la cesión, su tasación ascendía a un millón de euros y en la última revisión, a finales de marzo, se elevó hasta los ocho millones. Ya en diciembre, su valor había crecido hasta los 2 millones, pero en solo en tres meses se multiplicó por cuatro.