En los penaltis es imposible ponernos de acuerdo. Reconocerlo es el primer paso. Particularmente, siempre aplico la misma lógica: si el que no le pitan al otro me lo dejan a pitar a mí, ¿me subo por las paredes? Pues entonces es que era. Vale también al contrario. Este martes, a una hora tan estúpida que impidió, por ejemplo, a Diego Alonso dirigir la sesión del Sevilla FC, el Comité Técnico de Árbitros citó en Las Rozas a los entrenadores de LaLiga para tratar de explicarles lo que no entienden. El organismo todavía presidido por el ínclito Medina Cantalejo decía después (bueno, la RFEF) que ha habido satisfacción por el intercambio de opiniones y la petición de más empatía, aunque la mayoría de los que salían, como Ancelotti, se mostraban tan incrédulos y descontentos como antes. Seguramente les habrán dicho cuál es el criterio. Y la teoría está fenomenal. Pero luego cada uno la aplica como le da la gana.
Influyen los colores de las camisetas y sus escudos, las filias y las fobias de cada uno, el deseo de protagonismo de otros muchos y, en definitiva, por dónde le dé el aire esa jornada a los del cubículo de la sala VOR, a menudo colegiados en la recta final de sus carreras a los que ya les preocupa poco enfadar o contentar a las aficiones de turno. "Sujétame el cubata", dirá más de uno. "Total, para lo que me queda en el convento...". No ha acudido al cónclave Rafa Benítez, que aguanta en el RC Celta porque le tendrían que pagar un pastón curioso. Si no, mala suerte aparte, no se explica. Le han ganado ya de todas las formas posibles, incluida la de jugar bien, que Aspas falle otro penalti y que Mingueza empuñe el cuchillo para el 'harakiri'. Tras la visita de los nervionenses, decía a los medios que le resultaba alucinante que no hubiera pitado el agarrón en el área de Navas a Douvikas en el último suspiro, con 1-1 en el marcador. Vamos, Hernández Hernández lo señaló, Prieto Iglesias le dijo que fuera a verlo y... nada de nada.
Aplaudían en las huestes sevillistas que aquello no pasara a mayores porque el palaciego trinca al griego tanto como éste a él, aunque el que está abajo y tira del delantero es el lateral derecho. Uno ya entiende muy poco de todo, mucho menos de fútbol, porque todos los analistas profesionales alabaron la decisión: los 'penaltitos' no se pitan. En consonancia, De Burgos Bengoetxea no señaló unas jornadas antes el derribo por detrás del '16' a Vinicius por esa levedad de la que se quejaba Benítez, pidiendo la contratación de un físico que, como el que elaboró el informe pericial post derbi del palo de PVC, mida los julios de la fuerza ejercida en los contactos y agarrones. Vale, aceptamos barco. Incluso, me trago que lo de posicional ya no vale, aunque se lo piten a Sergio Ramos en Cádiz, con Lukébakio molestando poco o nada a Conan Ledesma. Y que las manos, si rebotan en otra parte del cuerpo, no son penalti; hasta se puede ir con los brazos abiertos como los gorilas. O no, vamos, según el partido.
Hombre pero si los aplaudidores en Vigo ahora se llevan las manos a la cabeza por el empujoncito de Guido Rodríguez a Sow en el derbi, apaga y vámonos. No se puede estar en misa y repicando. O todas o ninguna. Por mí, siendo sinceros, habría señalado las dos penas máximas, porque creo que Navas hace mucho por que no remate Douvikas y, aunque sea más liviano que él, usa toda la fuerza de su cuerpo en caída para trabarlo. Y también creo que el italo-argentino no se limita a poner la mano en la espalda del suizo, sino que lo desplaza, con el sevillista, además, frenando, y derriba. Pítense los dos. Pero la hipocresía de ponerse la venda o lavarse los ojos según convenga no va conmigo. O sí, demonios, que tampoco vamos a ser más papistas que el Papa. Si cada árbitro pita como le da la gana, por qué no vamos a poder los aficionados decir A por la mañana y B por la tarde. Somos de un equipo, no jueces teóricamente imparciales. La empatía son los padres.