No fue, definitivamente, la tarde de Luis Bestard Servera, el colegiado encargado de impartir justicia en el Marbella-Sevilla Atlético de la octava jornada en el Grupo 2 de Primera RFEF. Se puede perder un partido e, incluso, que sea por alguna mala decisión arbitral o, al menos, interpretada así por el damnificado, pero basta un repaso al resumen del choque para dilucidar que las quejas franjirrojas son totalmente fundadas, en absoluto un pataleo. Porque cuesta atribuir al infortunio continuado o al azar tanta decisión contraria a los intereses visitantes ante uno de los 'gallitos' de la categoría. Incluso, lo que se ve menos desde fuera, tampoco gustó el trato y la forma de dirigirse a los pupilos de Jesús Galván, expulsado igualmente antes del descanso, por parte del palmesano, decididamente responsable de una goleada irreal que, sin esas 4-5 jugadas polémicas, habría estado bastante en entredicho.
Todo comenzó con las dos rojas en el primer tiempo al filial del Sevilla FC. La de Andrés Castrín no hay por dónde cogerla, pues es cierto que entra por detrás a un rival en una zona intrascendente del centro del campo y se lo podía ahorrar, aunque ni hay violencia excesiva ni una altura exagerada del plantillazo. Con una amarilla habría sido suficiente. Tampoco se explica la segunda a Darío Benavides por un derribo al alimón con Mateo Mejía a Pablo Muñoz en el lateral del área. Una falta normal y corriente, casi más del zaragozano de origen colombiano que del lateral almeriense, aunque ni mucho menos para amonestar, máxime suponiendo una expulsión. Ya con nueve, en pleno alargue del primer tiempo, Bestard Servera concedió un 'gol fantasma' a Jorge Álvarez que no traspasa la línea de gol, pues bota sobre la misma y sale. Un castigo por partida triple.
Por si fuera poco, Puñal abrió brecha en el minuto 53 (nada que objetar ahí) y Stanis Idumbo Muzambo la recortó con dos menos nueve más tarde. El esfuerzo del Sevilla Atlético debió tener premio poco después, aunque el colegiado obvió unas claras manos dentro del área local a tiro de Manu Bueno argumentando que el defensor no tenía las manos estiradas, ocupando un espacio antinatural, sino pegadas, lo que tampoco era cierto. Encima, consideró que un disparo de Leandro Antonetti rebotó en el poste, aunque las imágenes prueban que, en realidad, da en uno de dentro de la portería (que es del tipo móvil, circunstancia que se denunció antes del encuentro en el Banús Football Center) y se pasea por detrás de la línea antes de ser 'escupido' fuera. Por lo que sea, este 'gol fantasma' no se concedió; sí un penalti inexistente de Alberto Collado a Pablo Muñoz, que se tira descaradamente sin contacto. No tendría la conciencia tranquila el balear, que permitió la desconsideración en su cara del mediocentro visitante.
"Estoy muy orgulloso del equipo que entreno; no es fácil dar la cara durante una hora de partido con dos jugadores menos. Eso dice mucho del compromiso que tenemos. El análisis es muy fácil. Hay que estar a la altura; hoy alguien no ha estado a la altura, y eso te condiciona mucho. Como le he dicho al árbitro en el descanso, ellos deben saber que entrenadores y jugadores se juegan mucho. Ellos se juegan bajar una categoría. Hay jugadores que no pueden seguir, bajan sus contratos... Se lo debería replantear el arbitraje español. El resultado da al traste con muchas horas de trabajo. Por una decisión que ellos creen correcta, con todos los medios que hay ahora... Pero ya tenemos que resetear, hoy más que nunca. Esto nos tiene que servir de enseñanza para preparar bien el partido de Villarreal", explicaba tras el choque Jesús Galván en los medios oficiales de un club que debería elevar una queja formal a la RFEF por tamaña desfachatez.