Pese al 'borrón' de la última edición de El Gran Derbi, cuando Quique Sánchez Flores lo dejó inesperadamente en el banquillo a su vuelta de cumplir ciclo de amonestaciones, la confianza depositada por el técnico madrileño en Kike Salas no se ha quedado solamente en buenas palabras (no ha dejado de dedicarle elogios públicamente), sino también en hechos: el aruncitano ha sido titular siempre a sus órdenes desde el debut en Granada, con las únicas excepciones de su lesión muscular y el duelo ante el RCD Mallorca que se perdió por sanción. Con tres goles y 1.590 minutos repartidos en 23 encuentros oficiales, si bien es cierto que José Luis Mendilibar y Diego Alonso ya le habían dado oportunidades, el central zurdo se ha consolidado a las órdenes de su tocayo.
Por tanto, la decisión de no salir en el mercado invernal es una de las más acertadas que ha tomado en su incipiente carrera, con la promoción total (dorsal incluido) al primer equipo. "La verdad es que podía haber cambiado de equipo. Al principio, estuvo la cesión al CD Tenerife y estuve a punto de salir. Me quedé y, poco a poco, he ido asentándome. Gracias a la confianza de Quique, que, desde que llegó, me ha dado minutos. Me ha cambiado la vida totalmente, así que la verdad es que estoy muy contento", argumentaba este jueves el zaguero en Radio Sevilla, donde aparcó cualquier debate sobre su futuro: "Ahora mismo no pienso en el verano. Quedan cinco partidos y estoy concentrado en lo que queda. Estoy muy contento aquí y no pienso en otra cosa que no sea el Sevilla y jugar los partidos que quedan".
Donde sí se mojó, una muestra tanto de agradecimiento como seguramente de convencimiento, fue con Sánchez Flores, ahora que se habla abiertamente de un nuevo entrenador, con el aún osasunista Jagoba Arrasate bien colocado en las quinielas. "A mí me gustaría que siguiera Quique, la verdad. Ha confiado en mí. Se lo tengo que agradecer todo, por lo que me gustaría que siguiera, claro que sí", aseveraba el canterano blanquirrojo, con contrato hasta 2026 y, tan sólo unos meses después de parecer un descarte, ahora con un valor de mercado de 8 millones de euros, según 'Transfermarkt', y en la órbita de varios equipos, con 22 años y mucho futuro por delante.
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Para finalizar, Kike Salas habló de El Gran Derbi, cerrado en cuanto a resultado con su 'martillazo' de cabeza que supuso, en el primer balón que tocaba prácticamente, el empate definitivo ante el Real Betis: "He visto luego algunos vídeos. En el penalti de Lukébakio, el árbitro dice que tiene la mano separada, pero creo que no pone la mano ahí intencionadamente. Golpea la pelota en la mano y se la abre. Al final, pita penalti y poco más tengo que decir. En en el segundo, creo que no le golpea (Badé a Isco) con fuerza en la cara como para ser penalti. El arbitro lo revisó. Rectificó y, bueno, menos mal".