Cada vez son más los futbolistas que admiten abiertamente que no todo es de color de rosa en el mundo del fútbol, debiendo recurrir en ocasiones a la ayuda de los profesionales de la psicología para poder enfrentarse a situaciones adversas, como puede ser las lesiones. El ex bético Víctor Camarada ha marcado una tendencia en este sentido en España, alejándose durante un tiempo de los terrenos de juego, y ahora ha seguido su ejemplo Arambarri, del Getafe.
Años atrás, sin embargo, hablar abiertamente de los problemas de salud mental de los jugadores no era algo tan habitual. Se sufría en silencio, como le sucedió a Zuhaitz Gurrutxaga, que ha contado su experiencia en el libro 'Subcampeón': desde su llegada a la cantera de la Real Sociedad con tan sólo 13 años hasta su llegada al primer equipo, cayendo luego a conjuntos como el Rayo Vallecano y otros menores, como Algeciras, Zamora, Real Unión, Lemona y Beasain.
En dicho relato, para el que ha contado con la ayuda del periodista Ander Izagirre, el episodio más llamativo es sin duda el que hace referencia al penúltimo partido de la temporada 2002/2003, en cuando el conjunto donostiarra visitó al Celta de Vigo como líder de Primera división, con un punto de ventaja sobre el Real Madrid.
Toda San Sebastián soñaba con el tercer título de Liga que se acabaría escapando. Pero Gurrutxaga no sentía lo mismo que el resto. “No quería ganar la Liga; me daba pánico que fuera feliz todo el mundo menos yo”, ha asegurado en El Diario Vasco.
Dicho sentimiento procedía de una serie de “miedos irracionales” que hicieron que cada victoria de su equipo aumentase su “sufrimiento”, si bien ha querido pedir perdón por ello a la hinchada del conjunto vasco: “Cualquier aficionado que lea esto dirá: ‘¿y no querías ganar con lo que cobrabas?’ Casi en el segundo párrafo soltamos eso y tenía que disculparme cuatro veces”.
Además, Gurrutxaga también se ha disculpado con su ex compañero Xabi Alonso, al que insultó después de que el actual entrenador del Bayer Leverkusen le gastase la broma de tirarle una camiseta, al pensar que pudiera estar llena de bacterias, pidiendo perdón así mismo por su silencio público cuando ETA asesinó al suegro de su hermana, el empresario Inaxio Uria.
Finalmente, al ex central le diagnosticaron un trastorno obsesivo compulsivo (TOC) que “aún colea”, tal y como él mismo ha reconocido. Debido a ello cerraba y abría puertas varias veces, colocaba el calzado de forma simétrica, se lavaba continuamente las manos y rehuía el contacto físico con otras personas, por temor a contraer cualquier virus.
Años después, Gurrutxaga se aferró al humor como vía de escape, subiéndose a los escenarios como monologuista para contar de un modo distendido su experiencia en la Real Sociedad, con cuyo primer equipo llegó a jugar 37 partidos, deteniéndose en aspectos como los insultos que reciben los futbolistas, los cuales se pueden escuchar desde el campo “con absoluta nitidez”.
“Es increíble que un señor esté a diez metros llamando de todo al árbitro, al futbolista, al rival, de todo. Un señor o una señora que saldrán fuera y serán tímidos, pero ahí dentro como que vale todo”, señala el que fuese defensa ‘txuri urdin’, que explica en su libro que ahora se encuentra “en paz con el fútbol”, aunque pasó de amarlo a odiarlo.
“Los jóvenes lo tienen cada vez más difícil. Si nosotros teníamos presión, ahora con las redes sociales, uf, me asusta solo pensar en cómo lo pueden llevar. Necesitarán apoyo, incluso más que antes”, sentencia sobre la situación actual, avanzando que ya trabaja con la fundación de la Real Sociedad para preparar “algo para chavales”, que les pueda servir de ayuda.