Era el 16 de mayo de 2024. Jornada 36ª de LaLiga pasada, intersemanal, como ésta. Y, precisamente, jueves. El Real Betis había superado una temible racha de cuatro derrotas consecutivas para enlazar cinco partidos sin perder, en los que sólo cedió un empate (a uno en el derbi ante el Sevilla FC). Por tanto, trece puntos de 15 posibles que habían disparado a los de Manuel Pellegrini hacia la Europa League, adelantando a la Real Sociedad. Dependían de sí mismos los verdiblancos, quienes, de ganar a la UD Las Palmas, llegarían a la penúltima entrega por delante de los donostiarras para asestarles el golpe definitivo en La Palmera: un empate les dejaba mando en plaza en el epílogo ante un Real Madrid medio en chanclas y con la cabeza en la final de la Champions League; una victoria terminaba con las cuentas y convertía en mero trámite la visita al Santiago Bernabéu. Pero todo salió mal. Rematadamente mal.
El cuadro heliopolitano se dejó en el Estadio Gran Canaria media UEL, a su mejor jugador y, seguramente, la ilusión que necesitaba para el arreón definitivo. Porque, con 1-1 en el marcador, Guido Rodríguez ya fuera de juego también por lesión y el descanso a la vuelta de la esquina, Isco Alarcón trató de cortar la salida desde atrás de Saúl Coco para robársela y calcar el tanto contra la UD Almería tras fallo de Edgar González, con tan mala suerte que el despeje del internacional ecuatoguineano le partió el peroné izquierdo. Adiós Eurocopa de Alemania (porque De la Fuente se había bajado al fin del burro e iba a premiar al mejor centrocampista español de LaLiga) y adiós a su inestimable ayuda en pos de la cuarta clasificación seguida para competición continental. Con los ánimos por los suelos, Ayoze Pérez haría el segundo en la reanudación y Alberto Moleiro firmaría el 2-2 definitivo, desperdiciando Ez Abde sendas ocasiones claras para vencer.
El resto de la historia es conocido. La Real venció por la mínima al Valencia CF y recuperó la sexta plaza, rematando la faena tres días más tarde en el Benito Villamarín en un duelo directo en el que, de nuevo, nada salió a derechas, penalti al limbo incluido del marroquí. El Real Betis, que tuvo que conformarse con la Conference League, vuelve este jueves, cinco meses y diez días después, al lugar de los hechos. Todavía sin Isco. Y lo que le queda, pues el de Arroyo de la Miel, que debería estar ya restablecido de la intervención a la que se sometió seis días más tarde de la funesta visita a la isla grancanaria, ha tenido que pasar de nuevo por quirófano y, en el mejor de los casos, no jugará hasta la segunda vuelta de la 24/25. El que tampoco podrá regresar, porque no se ha marchado de allí, es Álvaro Valles, que deambula por la grada en su último de contrato al negarse a renovar o ser traspasado a Marsella, Villarreal, Nottingham Forest o Arabia Saudí. Sólo quiere volver a casa.
Tiene un acuerdo para ser verdiblanco de nuevo a partir del verano que viene y, aunque el Real Betis puso sobre la mesa amarilla cinco millones de euros y la cesión de Rodri Sánchez, la UD Las Palmas, más por orgullo de su presidente, Miguel Ángel Ramírez, que por una cuestión lógica y práctica, se enrocó pidiendo 12 millones, luego 10 y, viendo las orejas al lobo, seis millones. Pero ya era tarde. En Heliópolis fueron a por Vitor Roque y Giovani Lo Celso, sigue Rui Silva y, con todo el dolor del corazón de muchos aquí, dejaron 'tirado' al portero rinconero, un ejemplo de compromiso y respeto a la palabra otorgada a Manu Fajardo. Será, si se produce, un saludo incómodo, también entre directivos en el palco. O una oportunidad, quién sabe, para sentar las bases de un acuerdo invernal para que el anfitrión indeseado de septiembre pueda serlo de los grancanarios en La Palmera.