Tenemos lo que nos merecemos. Un país de campeones en muchas disciplinas y deportes: fútbol, fútbol femenino, baloncesto, tenis, etc... pero liderados por ineptos e incapacitados que se agarran a la poltrona y no la sueltan ni con agua caliente. El lamentable episodio de Luis Rubiales (uno más) pone de manifiesto la pérdida de valores y moral que persigue a una España en decadencia, repartida en 'bandos' y populista en la que se ha convertido en las últimas décadas.
Ganar un Mundial, independientemente del deporte y el género, debe ser motivo orgullo nacional. Un orgullo que ha quedado ensombrecido por un señor de una noble familia de Motril que campa con aires de prepotencia y chulería por los estadios. Erigido por sí mismo como el salvador del fútbol, actúa con impunidad.
Pasado de revoluciones y con una euforia desmedida invadió la intimidad de Jenni Hermoso. Además, en el palco, al lado de la Reina de nuestro honorable pero irreconocible país, se permitió la licencia de llevar sus manos a sus partes. Un gesto más propio de alguien sin educación ni modales. Un barriobajero. Sin paños calientes.
Un comportamiento, que de momento, no ha tenido respuesta drástica. Unas excusas públicas, muy forzadas y con cara de víctima. Muy propio de una conducta 'autoritaria'.
La ex viceprimera ministra sueca Mona Sahlin dimitió en 2014 por comprar con dinero público dos chocolatinas y un vestido. Un escándalo que paralizó al país escandinavo. Dimitió por gastar 35,15 euros de dinero público en degustar dos míseras barras de chocolate. Pero claro, Suecia es un país ejemplar, serio. Mientras tanto, España se encamina al 'todo vale'. El clásico 'y tú más' que vemos a diario en nuestro corrompido sistema político.
Pero volviendo a Luis Rubiales. No le bastó llevarse un porcentaje de los patrocinios de la Federación para su bolsillo particular. No le bastó llevarse la Supercopa a un país como Arabia Saudí, donde los derechos humanos están enterrados en el desierto. Y todo con la connivencia de un jugador como Gerard Piqué. Ese jugador que en un túnel de vestuarios desprestigiaba la Copa del Rey de España pero luego pedía ayuda al Rey Emérito para aprovechar sus contactos con el país árabe.
Desgraciadamente, esto es España. Los dirigentes políticos se dan golpecitos en el pecho abanderando el progreso y la igualdad y lo que tenemos en realidad es un colectivo de dirigentes que sólo miran por su beneficio. Una vez más, esto es España. Poderosos en deportes y pésimos en capacidad de gestión. Como diría Mariano: "Luis, sé fuerte". Así nos va...