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La mutación del equipo atormentado, historia de un "renacimiento"

La mutación del equipo atormentado, historia de un "renacimiento"
La mutación del equipo atormentado, historia de un "renacimiento"DE GIJÓN
Estadio DeportivoEstadio Deportivo 6 min lectura

Valladolid, 8 jun (EFE).- Un mismo partido y dos mundos. Hace dos meses el Sporting visitó Valladolid, líder embalado, y ganó 0-1. La afición vallisoletana salió del estadio dando por amortizada la temporada y viendo el ascenso como algo quimérico. El mismo Sporting volvió anoche a Zorrilla y "el universo" se dio la vuelta (3-1).

Poco antes de ese partido de mediados de abril, acababa de llegar a Pucela Sergio González para sustituir a Luis César Sampedro. Sergio ha sido, junto a la plantilla y su espectacular mutación, el obrador de este renacimiento "teñido" de violeta.

Lo del técnico catalán es mucho más que su "uniforme de la suerte": pantalón vaquero, camisa azul celeste y camiseta interior blanca, que se pone por superstición, ya que es de esos deportistas que repiten cada gesto para no "ahuyentar" a las victorias.

La metamorfosis ha tenido nombres propios, varios jugadores que han estado en el banquillo o en la grada media temporada y que ahora son protagonistas. Son los casos de Toni Villa, Nacho González o Michel Herrero. Por esas cosas del fútbol, han estado en la sombra y los focos han girado bruscamente hacia ellos.

Sergio, exjugador que llegó a ser internacional con España y que como técnico había dirigido sólo al Espanyol, ha sorprendido en Pucela por su forma de "llegar" a los jugadores, los que juegan y los que no. Los ha convencido de lo imposible.

El equipo empezó llevando con abnegación la etiqueta de tapado en esta carrera por el ascenso para acabar "explotando" tras hacer un ejercicio de paciencia, trabajo, calidad y humildad muy notables.

No es solamente su empuje racial, que le ha mantenido firme en el trabajo diario y le permite pasar por encima de los rivales en algunos momentos, es la forma de fluir con el balón. Es todo.

Con "los astros" alineados en su contra, el Valladolid viajó el pasado 19 de abril a Oviedo para enfrentarse a un equipo que, en aquel momento, ocupaba puesto de promoción. Desde el minuto uno fue a por el rival y se veía que aquello terminaría con final feliz para un equipo que deambulaba ya con media estocada en sus aspiraciones.

Hasta el propio Anquela, entrenador del equipo asturiano, reconoció ese día la superioridad del Valladolid y elogió su juego. Después llegó otro rival directo, el Cádiz, y sobre el tiempo reglamentado, empató un partido que bien pudo perder por goleada.

La suerte no acompañaba pero el equipo siguió a lo suyo. Siguió ganando y cuando perdía, como en Zaragoza (3-2), no lo mereció. En la última jornada certificó su puesto de promoción ganando con solvencia a Osasuna y ese día la ciudad encendió todas sus luces para iluminar lo que va camino de ser una gesta, palabra que se repite en el himno de un club que este mes cumplirá 90 años.

Ya antes del partido ante los navarros el ambiente en Zorrilla fue de los que no se olvidan. Quienes lo vivieron por primera vez recordaron tiempos mejores porque este equipo tiene una historia detrás que le sopla el cogote y le obliga siempre a más.

Demasiadas temporadas en Segunda (cuatro) para un club que no hace tanto era el Europucela, que ha ganado una Copa de la Liga, que ha jugado finales de la Copa del Rey, que ha goleado a los grandes varias veces. Aquí y allí.

Las virtudes adquiridas por esta plantilla, que a base de caerse y levantarse se ha hecho "granítica", ha despertado a una afición entusiasta que ahora canta a capela y de forma atronadora el himno del equipo antes de los partidos. El estadio Zorrilla parece Anfield con su "You'll Never Walk Alone".

Un viejo entrenador ya retirado, protagonista de gestas pucelanas, decía que en esto del fútbol "un día estás al borde del infierno y al otro en el paraíso" y que la clave siempre es "saber levantarse".

Este Real Valladolid se ha levantado de una forma rotunda, abrupta, vehemente. Todo ello tras un año muy complicado y alejado del epicentro de la promoción, ya que casi toda la temporada ha estado moviéndose cerca de la mitad de la tabla y nada hacía presagiar esta eclosión. Si el domingo el Valladolid sale vivo de El Molinón, nadie va a dudar de que el equipo va "lanzado" a por el ascenso. Da igual el rival.

Dicen que para creer hay que sentir la necesidad de creer y Pucela la tenía. Valladolid ha empezado a creer y el gigante se ha despertado. Es la historia de un renacimiento.

José Anselmo Moreno