El gesto de Iago Aspas

Fernando RuizFernando Ruiz
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El gesto de Iago Aspas
Iago Aspas se disculpa a la grada tras empatar de penalti. - Fernando Ruiz
Nacido en Moaña, una pequeña localidad pontevedresa a unos 800 kilómetros de Sevilla. Celtiña hasta la médula (de los que se señala el escudo cuando marca en los derbis gallegos) y como demostró ayer, un jugador agradecido con su pasado.

Más allá del debate si un jugador debe celebrar un gol o no ante su exequipo, Iago Aspas dejó claro ayer que se puede ser un gran profesional y mejor persona. Buscó como el que más el triunfo del Celta en Nervión, luchó, peleó y marcó de penalti. Sin adornos ni estridencias en su disparo, sin buscar a la grada de Gol Norte más que para levantar su mano a modo de disculpa.

Un jugador que pasó de puntillas por el Sevilla en una temporada donde ni siquiera llegó a los mil minutos. Eso sí, dejó diez goles y se llevó una Europa League para Moaña. Simplemente se trata de respeto, de saber de dónde se viene y dónde se está.

Un respeto que el gallego se ganó en el Sevilla con silencio y trabajo cuando no entraba en los planes de Emery. Un respeto que demostró cuando se marchó agradecido después de un año complicado para volver a triunfar en su Celta de Vigo.

Un jugador que dijo hace un par de meses que le "gustaría que el Sevilla ganara la Liga" y que ayer volvió a "desearle mucha suerte" en la lucha por la tercera plaza. Sin banderas, sin tatuajes ni peinados modernos, simplemente un jugador sencillo, humilde, de palabra.