La portería no entiende de grises, de términos medios. Bajo los palos se sufre el rigor de los extremismos y la exigencia torna en una naturalidad salvaje.
El perdón se cobra a un precio casi tan alto como la heroicidad, porque en el área pequeña el error cuesta un mundo enmendarlo y una intervención se olvida rápido.
Joel y Vaclik lo saben de sobra, porque, como parte del gremio, lo han padecido en sus carreras y también en Heliópolis y Nervión, donde han conocido los sabores tan contrapuestos de esta posición.
Ahora, después de vaivenes considerables, con un 'timing' en cada uno de los casos, tanto el bético como el sevillista alcanzan el derbi del domingo en un momento óptimo tras dos actuaciones destacadas ante Real Madrid y Atlético y con cifras de mérito, ya sea por el número de paradas realizadas por el getafense o por los pocos goles que ha recibido el checo hasta la fecha.
Ambos han demostrado fiabilidad más allá de fallos puntuales de los que han sabido reponerse y, sin duda, se presentan crecidos en un derbi amurallado.