Podían haberse sentido atacados y, de hecho, se sienten; podían haber arremetido contra la arbitrariedad de la RFEF y de la Liga; podrían haber protestado y seguro que lo harán y también que llegarán hasta las últimas consecuencias. Sin embargo, el mensaje que tanto Pepe Castro como José María Cruz lanzaron ayer es el más congruente y el que más puede beneficiar al Sevilla.
Nadie, desde Madrid, podrá decirle ya a los directivos del Sevilla que no han hecho nada por calmar los ánimos y por que en el Sánchez Pizjuán no se insulte; nadie, cuando vayan a la capital y dejen claro que en todos sitios se insulta como aquí, podrá señalarles y decirles que mienten. En definitiva, a nadie les darán motivos para cerrar el Sánchez Pizjuán. Pero antes... hay que dejar de insultar. Es el primer paso.