"Todo el equipo está intentando hacer lo máximo posible para que esto no ocurriera y nos ha vuelto a pasar”. Mamadou
Niang, el mejor del
Betis este domingo, ponía voz a lo que todos los béticos pensaban: un nuevo partido se había escapado en el último cuarto y nadie encuentra un porqué.
El
pívot senegalés tardó en adaptarse por sus lesiones, pero una vez integrado está siendo la única referencia de un equipo claramente desequilibrado en el juego interior, pero cuyo verdadero problema es que sus partidos ‘duran’ 30 minutos. Y en esos diez últimos, cuando llegan con opciones, en la mayor parte de los casos acaban tirándolas.
Así ocurrió ante el
Manresa, en un partido que puede ser clave en el devenir liguero a final de temporada, pero también ante el Zaragoza, en casa, y frente a
Baskonia y
Tenerife a domicilio. Algunos de estos encuentros cuando mandaba por nueve puntos en el arranque del último cuarto (Zaragoza y Tenerife) y siete, en los otros dos señalados (Baskonia y Manresa).
“Ha sido un partido muy completo, intentando dar lo máximo con mis compañeros como en cada partido y en cada entrenamiento”, afirmaba Niang, resignado de que todo lo bueno que habían hecho no sirviera, al final, para nada.
Tal es el habitual bajón que sólo en dos de los quince partidos el equipo de Segura ha vencido en el último cuarto. Uno, la derrota ante el
Barça que sirvió para maquillar el resultado. Y, el otro, ante un
Estudiantes al que ya vencía con claridad y acabó sentenciando. Empató dos en otras tantas derrotas intrascendentes. E incluso perdió los últimos periodos en dos partidos -ante
Joventut y
Andorra- que acabó ganando y en los que se complicó más de la cuenta. Está visto que con 30 buenos minutos no basta.