El
Real Betis ha completado un año decepcionante que ha terminado en decimoquinta posición, a quince puntos del objetivo del décimo, ha destituido a dos entrenadores, el uruguayo
Gustavo Poyet y Víctor Sánchez, y ha seguido inmerso en una crónica inestabilidad institucional que mediatiza su despegue.
Los béticos han acabado la temporada, dirigidos en sus dos últimos partidos por el técnico de la casa
Alexis Trujillo, con 39 puntos, seis menos que el ejercicio anterior en el que fueron décimos, y sobre todo han dejado la sensación de un nuevo año en blanco en planificación y en crecimiento de sus estructuras. La directiva presidida por
Ángel Haro, tras la fallida experiencia de Eduardo Maciá, le dio las llaves del equipo a Miguel Montes Torrecilla, cuyo proyecto con doce nuevas incorporaciones ha resultado fallido con la excepción del lateral danés Riza Durmisi y, en bastante menor medida, el serbio
Darko Brasanac y Rubén Pardo, quien llegó cedido de la Real Sociedad en el mercado de invierno.
Fallida resultó su primera apuesta para el banquillo, el uruguayo Gustavo Poyet, quien desde muy pronto se echó encima a la grada y fue destituido en la undécima jornada y sustituido por
Víctor Sánchez, quien por su parte tampoco terminó la temporada y, tras un sonrojante 4-0 en Leganés, fue sustituido por Alexis Trujillo. A Torrecilla le han pesado y perseguido en su primer año en
Heliópolis sus afirmaciones de que el Betis tenía uno de los mejores centros del campo de España tras los grandes; y, ya en plena decadencia, cuando consideró que, más que los resultados, lo importante eran las sensaciones que, en su opinión, ofrecía el equipo.
Todo ello, unido a la clasificación, los fichajes fallidos y juego del equipo, ha provocado que los gestores verdiblancos hayan recurrido al entrenador más laureado de la historia del club, el balear
Lorenzo Serra Ferrer, para que se haga cargo de la vicepresidencia deportiva del club de las trece barras. Y es que el Betis ha seguido sustentado en la solvencia de su portero, Antonio Adán; los trece goles de
Rubén Castro y, quizás la mejor de las noticias de un año para olvidar, la eclosión definitiva como estandarte bético del centrocampista Dani Ceballos, inexplicablemente condenado a la suplencia en la era de
Poyet.
El resto ha dejado un inconfundible aroma a fracaso en nombres como el argelino Aïssa Mandi, el chileno Felipe Gutiérrez, el galo Jonas Martin, el ucraniano
Roman Zozulya, el rumano Alin Tosca, el holandés Ryan Donk, el hispano-argentino Matías Nahuel, el belga Charly Musonda, ya de vuelta en el Chelsea, o el paraguayo Tonny Sanabria, el más caro de los fichajes y que termina casi inédito. Cerrado el año en Gijón ante el descendido Sporting, el Betis afrontará su tercera temporada consecutiva en
Primera División y, para ello, Serra Ferrer y Torrecilla deberán atinar en el entrenador, para lo que se han entrevistado con Quique Setién; y en las piezas de un nuevo proyecto que satisfaga a la estoica afición bética, inasequible al desaliento.
Para ello, además, el
Real Betis deberá superar el 'rubicón' de una junta extraordinaria de accionistas, fijada para el próximo 29 de junio, en la que se decidirá si sigue el actual consejo, presidido por
Ángel Haro, o son otros los encargados de pilotar la nave verdiblanca, ávida de la estabilidad que permita logros mayores.