Si hay un equipo que tiene a la NBA cogida por la mano este 2024 son sin duda los Boston Celtics, que están en un momento dulcísimo, con 13 partidos de ventaja sobre Milwaukee, los segundos del este, y con una rotación perfectamente compenetrada para la que todo lo que no sea conseguir el anillo dentro de dos meses sería prácticamente un fracaso. Tras un año en el que ningún equipo ha sido capaz de alcanzar una regularidad y un juego sostenible, ellos si que han podido y ahora mismo no se les adivina un rival que les pueda hacer frente, ni siquiera los actuales campeones, Denver Nuggets, ni mucho menos el equipo que les eliminó en 2023, los Miami Heat.
Mucha de la mejora que han experimentado los verdes viene de un traspaso sorpresa que hicieron al inicio de la temporada, cuando sumaron al base Jrue Holiday, quién fue capital en el anillo de los Bucks hace tres años, y es sin mucha discusión uno de los mejores defensores exteriores de la NBA. Tras el traspaso de Damien Lillard a Milwaukee, Holiday fue enviado a Portland, quién estaba claro que le iba a dar salida, y lo hizo rumbo a los de Joe Mazzula a cambio de Robert Williams, Malcolm Brogdon, y dos primeras rondas. Un montante muy grande, que sin embargo les ha salido barato. Tal ha sido el rendimiento del base, que se ha ganado la renovación por cuatro años, a cambio de 135 millones de dólares.
Holiday tenía una opción unilateral de extensión por un año y 37,3 millones que ahora queda descartada por una renovación que le llevará hasta la campaña 2027-2028, y que ha conseguido gracias a que a sus 33 años promedia esta temporada 12,5 puntos, 5,4 rebotes y 4,9 asistencias por partido con un 48,1 % en tiros de campo y un 43,1 % en triples. Fue la segunda gran incorporación de los de Massachussets que también habían hecho temblar el mercado antes incorporando a Kristaps Porzingis. El base y el pívot se unieron a Jayson Tatum, Jaylen Brown y Derrick White para formar un quinteto titular letal que ha arrasado en esta temporada en la fase regular, donde su veteranía y experiencia serán una gran ayuda. Además de que su récord es el mejor de toda la NBA, lo que les asegura que tendrán factor cancha incluso en una hipotética final, y harán del TD Garden su fortín.