El
Barcelona jugó el viernes ante el
Sevilla FC, pero han pasado tres días y
siguen prefiriendo hablar de Diego Carlos y de la supuesta agresividad nervionense, a buen seguro, para no tener que pronunciarse de otros temas más delicados como su mal juego, la
posible sanción a Piqué por sus palabras en el Sánchez-Pizjuán, que su liderato pasase a depender de lo que hiciese el Real Madrid en San Sebastián o de las
agresiones que González González les perdonó al propio Piqué (sobre Reguilón) y a Lionel Messi, a quien la prensa catalana se resiste a despojar del
atuendo de víctima.
En la Ciudad Condal no han debido sentar muy bien que
las imágenes de televisión demuestren dos cosas: una, que
Diego Carlos llega antes que Messi al balón, que
despeja limpiamente y con la
contundencia que requiere frenar en carrera al mejor jugador del mundo; y dos, que el argentino soltó en presencia del árbitro
insultos y un fuerte empujón, con los puños cerrados y a la altura del mentón del central del Sevilla, quien también es cierto que pudo hacer algo más para no desplomarse al suelo.
La contrarréplica a las reveladoras imágenes de televisión, que desmontaban la interesada fotografía escogida por
Mundo Deportivo en su portada del sábado para denunciar que los violentos fueron los jugadores sevillistas no debió ser efectiva, ya que este domingo
han redoblado sus esfuerzos para justificar la encendida y desproporcionada reacción de Messi mostrando un
'arañazo' en su pierna derecha en una imagen para nada casual captada en el entrenamiento de hoy, difundida a conciencia por los medios oficiales del Barça y titulada en 'MD' con un "Las marcas que
justifican el enfado de Messi con Diego Carlos". "Quiso frenarle con una brutal entrada y luego se encaró con el capitán barcelonista, pudo suponer su expulsión, pero salió indemne", apostilla, yendo aún más lejos en el desvarío, el diario
Sport.
Es cierto que esas (leves) marcas están a la altura de la zona en la que supuestamente habría impactado el jugador blanquirrojo y que es posible que, aun tocando claramente el balón,
rozase con sus tacos la pierna del '10' del Barcelona. No obstante, cualquier futbolista (incluso a nivel de aficionado) sabe que ese tipo de
contactos son del todo habituales en las pugnas que se dan y que al día siguiente de los partidos las suelen lucir la gran mayoría de los jugadores.
Polémica al margen, lo que está claro es que
el planteamiento de Lopetegui ante el Barcelona fue un éxito. En la previa sólo se hablaba del
gol 700 de Messi, pero
el rosarino se marchó de Nervión con 699 tantos y sin el triunfo que buscaban. El juego mostrado en el Sánchez-Pizjuán, en lo individual y en lo colectivo, no les hicieron merecedores de ambos logros. Quizás por eso en la Ciudad Condal siguen, tres días después,
gimoteando porque
Diego Carlos no le dejó pasar y porque
Koundé se puso debajo de la portería para despejar y evitar un gol de falta del seis veces Balón de Oro.
Por cierto, aunque podrían haber nivelado la balanza de las quejas -motivos tiene de sobra-,
en el Sevilla no han dicho ni una palabra de Messi o del Barça en estos tres días de ataques constantes y de campañas mediáticas con las patas muy cortas.
En Nervión se centran en el Villarreal. Lo que hagan en Barcelona es cosa de ellos.