Sevilla FC 0-2 FC Barcelona: 'Sin armas ni convencimiento para herir el espartano escudo de Koeman'

Sevilla FC 0-2 FC Barcelona: 'Sin armas ni convencimiento para herir el espartano escudo de Koeman'
- Aitor Torvisco
Aitor TorviscoAitor Torvisco 14 min lectura
Un empate y una victoria para cada uno. Sevilla FC y FC Barcelona igualaron el marcador de sus tres duelos de esta temporada, con un 0-2 para los culés en el partido correspondiente a la jornada 25 de LaLiga, previo al enfrentamiento copero que disputarán los de Julen Lopetegui el próximo miércoles en la Ciudad Condal, donde defenderán el 2-0 del partido de ida para intentar obtener el pase a la final y donde ya saben que para decantar esta nivelada balanza contra Koeman, tendrán que bajar a la arena y sacar su vena más guerrera. Porque esta vez, se vieron sin armas ni convencimiento para herir el espartano escudo azulgrana.

El Barcelona sabía perfectamente que se enfrentaba a un grande. Por eso, Koeman dejó de jugar a lo que 'debe jugar el Barça' para los puristas que añoran el 'Cruyffismo' y el 'Guardiolismo' y jugó a lo que sabe el neerlandés. A estar ordenados y arropaditos atrás, a no conceder espacios entre líneas contra un Sevilla FC que no se cansa de tocar esperando la oportunidad ideal y desordenando el tablero a la mínima que podían sin referencia fija arriba y con dos atacantes que se movían por todo el ancho del terreno de juego. 

Ante el Barcelona, además de ser efectivo, tienes que tener suerte. Y el Sevilla no tuvo ni una cosa ni la otra. Reclamó sendas manos en el inicio de ambos goles y no le hicieron caso. Tampoco cuando pidió la segunda amarilla para Messi, autor del definitivo 0-2, aún con 0-1 en el marcador y con más de una hora de partido por delante. Para colmo, se llevó las manos a la cabeza cuando vieron lo poco que necesitó el colegiado para anular el tanto de En-Nesyri por presunta mano en el área (habría sido el 1-1).

No obstante, más allá de esas dosis de polémica que nunca falta cuando están los culés de por medio, lo cierto es que el partido lo ganó merecidamente Koeman. Supo anular el juego local y aprovechó las que tuvo. El fútbol, al fin y al cabo, se trata de esto. Eso sí, el miércoles hay otro duelo. Los planes del Sevilla FC no cambian, sigue con colchón para defender la cuarta plaza -que al fin y al cabo es el único objetivo- y aprende una lección para la cita copera, con el billete para jugar otra final como estímulo

Ajedrez en Nervión

De inicio, fue el Sevilla FC el que intentó tener la pelota, con un Barça muy agresivo en la presión, con Ter Stegen en la portería -el alemán dio el susto en la última acción del calentamiento- y con un significativo cambio de dibujo con el que evidenciaba su respeto ante un rival que puntuó en el Camp Nou en la primera vuelta y que le venció por 2-0 en la ida de las 'semis' coperas. El cuadro culé, con la temporada en juego en este doble duelo en cinco días, formaba con línea de tres centrales con Mingueza, Piqué y el exsevillista Lenglet, escoltados por Dest y Jordi Alba, encargados de fijar a los laterales blanquirrojos (Navas y Escudero encontraron cerrados sus pasillos) y tratar de generar superioridad a sus espaldas.

En el cuadro local, Papu y Munir fueron finalmente las opciones elegidas ante las molestias de Suso y la baja de Ocampos. Rakitic, en detrimento de un Óliver Torres muy entonado en las últimas semanas, fue otra sorpresa junto con De Jong, encargado de fijar a la zaga visitante y ser el primer defensor para tratar de evitar que los catalanes superasen la primera línea cómodamente y pudiesen salir en velocidad para conectar con Messi y Dembélé, que gozaban de absoluta libertad de movimiento en el último tercio de campo y obligaban a la dupla Koundé-Diego Carlos a salir de su zona para perseguirles

Otra de las novedades tácticas fue la posición de partida del Papu Gómez, al que ya se le había visto como mediapunta, como volante en una medular de tres y, sobre todo, cayendo a la banda izquierda. Este vez comenzaba desde la derecha, a pierna cambiada y ocupando el rol de Suso, aunque no pocas veces se intercambiaban los costados. El argentino todavía es un recién llegado, pero Lopetegui no ha tardado en exprimir su versatilidad. Le pongan donde le pongan, el argentino necesita tener la pelota en su poder tanto como respirar, por lo que más allá de su teórica demarcación, siempre se mueve en función de dónde quiera tener el balón el Sevilla FC. Y si no rasca bola, como fue el caso, se va apagando hasta desaparecer

Y entre entretenidos detallitos tácticos, con muchos ataques en estático y escaso nivel de ritmo y profundidad, se iban consumiendo los primeros minutos en esta partida de ajedrez sin que los porteros de uno y otro equipo tuviesen que intervenir más allá de algún centro sin destino embolsado por Ter Stegen o de una buena estirada abajo de Bono ante un peligroso pero inocente disparo de Dembélé.

No era más que un aviso del 'Mosquito', que en la acción siguiente volvió a correr al hueco tras un pase en profundidad de Messi y, esta vez sí, cruzó de manera imparable el balón para poner el 0-1, cuando se cumplía la primera media hora, y así romper seis jornadas y media seguidas de imbatibilidad del marroquí. El Sevilla protestó una posible mano de Lenglet en el inicio de la acción, pero ni el árbitro ni el VAR dijeron 'esta boca es mía'. Sí apareció el colegiado para solucionar la serie de empujones de un amonestado Messi sobre Koundé con la que el '10' del Barça evitó la prometedora salida en conducción del francés. Fue falta, estaría bueno, pero no sólo no mostró la segunda amarilla al argentino, sino que se la enseñó a Lopetegui y luego a Escudero por protestar. Todo ello, entre jocosos aplausos de los suplentes culés. Lo de siempre. La clásica bula papal.

El último cuarto de hora del primer acto fue el momento de apertura en el tablero. El Sevilla se recomponía del gol y trataba de hacerse con la pelota de nuevo, pero siempre se veía rodeado de camisetas azulgranas. Por su parte, Dembélé comenzaba a marcar diferencias. El extremo francés, con una marcha más que los 21 actores restantes, era el único capaz de romper la gran organización de ambas defensas y cada vez que corría generaba problemas, a pesar de la siempre solvente respuesta de los centrales locales y de Fernando, en las ayudas.

Lopetegui lo intenta todo, sin éxito

Al descanso se llegó con el Sevilla buscando la chispa que encendiese las calderas ante un Barcelona que funcionaba de menos a más con el combustible de Dembélé. Lopetegui no espero para tocar lo que no veía bien. Su equipo fue inofensivo en la primera mitad e intentó resolverlo con un triple cambio: Suso, En-Nesyri y Rekik por Munir, Papu Gómez y Diego Carlos.

El movimiento dejó al equipo nervionense dibujado con una base mucho más escalonada, con Navas y Escudero más adelantados -sobre todo el palaciego, que probó a Ter Stegen con la zurda-, con Koundé casi de mediocentro para dar salida limpia desde atrás, con Fernando y Rekic como últimos hombres y con dos referencias arriba. Eso sí, seguía sin generar demasiado peligro, pero al menos iba ganando metros y mantenía controlada a la sala de creación del Barça.

No obstante, los de Koeman necesitaban sobar poca pelota para llegar arriba. Conducción de Frenkie de Jong, tocan en corto Messi y Pedri amagando con disparar pero llevando el balón hacia la izquierda, donde el servicio de Jordi Alba para el remate en el segundo palo de Sergiño Dest, que se topó con el poste. Y, sin tiempo a reseñar esta acción, otra transición rápida, esta vez con Dembélé como lanzadera y asistente para Messi, cuyo disparo se fue demasiado alto.

La respuesta de Lopetegui fue mover más el banquillo y, a falta de media hora, agotaba los cambios con la entrada de Óscar y Óliver por Rakitic y De Jong. Y los dos últimos revulsivos también se hicieron notar de inmediato. El extremeño inició una acción en la izquierda que Jordán cambió de orientación y el centro desde la derecha acabó con un remate arriba de Escudero. En general, los giros de tuerca que hizo el técnico vasco dotaron de fluidez a su juego, pero las vías hacia la portería seguían minadas. Toca tirar de paciencia y tocar esperando encontrar algún agujero en la muralla del Barça.

Faltaba ese impulso en forma de ocasión clara, porque el Sevilla FC cada vez llevaba el balón más cerca del área del Barcelona. En una de ellas, de hecho, llegó a marcar, pero la falta de agudeza visual para ver la mano de Lenglet en la acción del 0-1 quedó corregida de inmediato, casualmente, cuando el balón dio en la mano de En-Nesyri (y no al revés) en un cuerpeo con Araujo antes de disparar a la media vuelta y batir a Ter Stegen. Gol anulado. Cosas que pasan en este tipo de partidos ante según qué rivales.

Al Sevilla FC no le salía nada y al Barcelona, todo. Messi sentenció a cinco del final en una acción en la que se llevó hasta cuatro rebotes, uno ante Koundé y tres frente a Bono, para hacer el 0-2 en una acción individual en la que se apoyó en el joven Ilaix Moriba (buenos detalles del canterano) y que el VAR revisó por otra posible mano en la arrancada del rosarino. Los de Lopetegui ya saben que el Barça va a dar guerra, pero precisamente ésa (la habilidad para plantar siempre cara y dar batalla) es la especialidad de este equipo que quiere jugar la próxima Champions, la final de Copa y remontar al Dortmund. 


- Ficha técnica:

0- SEVILLA FC: Bono; Jesús Navas, Koundé, Diego Carlos (Rekik 46'), Escudero; Jordan, Fernando, Rakitic (Óliver Torres 63'); Munir (Suso 46'), De Jong (Óscar Rodríguez 63'), Papu Gómez (En Nesyri 46')

2 - FC BARCELONA: Ter Stegen; Dest, Mingueza, Piqué (Araujo 67') (Umtiti 82'), Lenglet, Jordi Alba; Busquets, De Jong, Pedri (Moriba 71'); Messi, Dembelé (Braithwaite 82').

Árbitro: Alejandro Hernández Hernández (C. Las Palmas). Amonestó a los locales Fernando, Diego Carlos, Rekik, Jordán y al técnico Julen Lopetegui. Por parte visitante vieron amarilla Messi y Dembélé.

Gol: 0-1 (29') Dembélé; 0-2 (85') Messi.

Incidencias: partido correspondiente a la jornada 25 de Primera división, disputado en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán de Sevilla, a puerta cerrada, por las medidas para combatir la pandemia de coronavirus.