El
Domingo de Ramos de 1980, en horario matinal como entonces mandaba la costumbre, el delantero argentino
Héctor Horacio 'Gringo' Scotta le marcó al Barcelona el último de los 53 goles ligueros -en 101 partidos- que lo convirtieron en una leyenda del
Sevilla, donde jugó entre 1976 y 1980.
"No recordaba que mi último gol en el
Sevilla hubiera sido contra el
Barcelona. Han pasado cuarenta años, eso es mucho tiempo", rememora para la Agencia Efe desde Buenos Aires
Scotta, a punto de cumplir 70 años y que aún desarrolla algún trabajo episódico para las divisiones inferiores de
San Lorenzo de Almagro, uno de sus equipos.
En su última temporada en
España, aquel delantero santafesino de durísimo disparo con la derecha y al que en su tierra llamaban 'Gringo' por su cabellera rojiza, marcó
"dieciséis goles en una Liga de 34 partidos; no está nada mal", afirma con cierto tono melancólico.
El último de ellos fue un 30 de marzo de 1980, en la jornada 27, para cerrar una victoria (3-1) frente al
Barcelona abierta por los goles de su compatriota
Ricardo Daniel Bertoni, de penalti, y del utrerano
Yiyi, antes de que
Chus Landáburu salvase en el último minuto la honrilla azulgrana.
"Tanto tiempo después sigo teniendo el cariño del sevillismo", se regocija
Scotta, uno de cuyos nietos,
Valentino Fattore, juega de lateral diestro en el
Sevilla Atlético y ya ha sido convocado para un partido de competición europea, aunque sus únicos minutos hasta ahora con el primer equipo han sido en un encuentro amistoso.
Héctor Horacio Scotta capea la pandemia de coronavirus en Argentina "igual que en España, sin poder salir de casa". "Está todo el mundo igual, encerrado. Hay que cuidarse y esperar", declara a
Efe el 'cañonero' argentino, tal vez con una inquietud parecida a la que sentían los defensores que formaban la barrera ante una falta que iba a lanzar el 'Gringo' y oían al público invocar el descomunal pelotazo: "Sssh, sssh, que viene, que viene...".