El mazazo ha sido tremendo y en Nervión no quieren ponerle paños calientes. El
Mirandés fue muy superior en todo al Sevilla FC y lo eliminó justamente de la
Copa del Rey, abriendo una herida que escuece y mucho entre el sevillismo. Ahora, serán
Lopetegui y sus jugadores los propios encargados, con su rendimiento, de cerrarla cuanto antes o agrandarla peligrosamente. Ejemplos hay para todos los gustos.
Caer a manos de un rival de inferior categoría era algo que parecía olvidado en el
Sánchez-Pizjuán, con aquellas eliminaciones de comienzos de siglo ante
Xerez o Ciudad de Murcia, herederas del gran petardazo de finales del siglo anterior ante el
Isla Cristina. Eran otros tiempos y el Sevilla, desde entonces, se ha convertido en un equipo muy copero que ha llevado a su gente a cuatro finales, dos de ellas ganadas, y otras tantas semifinales en los últimos 16 años.
Pero también en este camino ha habido tropiezos. El mayor, hasta este pasado jueves, el de la 13/14, cuando el equipo dirigido entonces por
Unai Emery cayó en dieciseisavos ante una Racing de Santander que militaba en Segunda B. Lo hizo, además, a doble partido, tras vencer 0-1 en la ida disputada en El Sardinero y sucumbir por 0-2 en la 'Bombonera'.
Esa negra página se escribió en diciembre, pero de algún modo permitió a los nervionenses centrarse en la Europa League, cuya fase de grupos había finalizado una semana antes, avanzando una ronda tras otra hasta plantarse
en la final de Turín y derrotar al Benfica en los penaltis. Un gran éxito que hizo olvidar el fracaso de la Copa, al que le acompañó además un quinto puesto en LaLiga, en la que se cayó en la carrera por la Champions en las jornadas finales.
Lógicamente, ese es el ejemplo a seguir. Como el firmado
en la 05/06 por el Sevilla de Juande Ramos, apeado por un Cádiz que sí militaba en Primera pero se presumía inferior (acabó descendiendo), aunque logró imponerse 3-2 en el Carranza en la ida y conservar su venta en la vuelta con un 0-0 que dejó a los nervionenses fuera del torneo del K.O en octavos.
La historia es de sobra conocida, pues aquella campaña acabó con la conquista de
la primera Copa de la UEFA en Eindhoven ante el Middlesbrough, y con el conjunto sevillista quinto en LaLiga. Pero aunque estos precedentes puedan servir de acicate, no es menor cierto que en estos momentos nada sirve de alivio tras el
ridículo perpetrado en Mirada de Ebro. Y además, no hay que olvidar que también hay ejemplos de los contrario, de casos en los que una eliminación copera hizo que el equipo se cayese.
No hay que irse muy lejos, pues la temporada pasada,
el Sevilla de Machín también era apeado de la Copa un 30 de enero después de haber sido capaz de doblegar al Barça en la ida (2-0) y sufrir un
escandaloso 6-1 en el Camp Nou, en cuartos de final. A ese varapalo le siguió una pésima racha en Liga, con
un punto de quince posibles tras encadenar cinco jornadas seguidas sin vencer ante Celta (1-0), Eibar (2-2), Villarreal (3-0), Barcelona (2-4) y Huesca (2-1).
Esa negativa serie, continuada con el 2-2 ante el Slavia de Praga en el Pizjuán, ponían contra las cuerdas al técnico soriano, que mantuvo el puesto con su victoria ante la Real Sociedad (5-2) para firmar días después su sentencia con otra dura eliminación, esta vez de la Europa League,
en la negra noche de Praga. Tuvo que llegar Caparrós para enderezar el rumbo, como hiciera una campaña antes, curiosamente también tras un mazazo en la Copa, aunque esta vez fuese en la final, pero
el 5-0 encajado ante el Barça hizo mucho daño y precipitó el adiós de Montella.Lopetegui, por tanto,
tiene ejemplos de todos los colores. En sus manos y en las de sus jugadores está cerrar la herida o agrandarla.