Valladolid 0-1 Sevilla: El lado fácil de las cosas

El Sevilla FC se caracteriza esta temporada por hacerlo todo tremendamente sencillo. Excesivamente fácil, quizás. Tanto, que a veces se engaña a sí mismo. Se hace con el control, toca con calma, espera su momento y, tarde o temprano, asesta el golpe determinante. Con su precisión en la entrega y la envidiable solidez de un bloque perfectamente compactado, sufre poco o nada durante los partidos, como prueba el dato que le señala como el equipo de LaLiga que menos minutos ha ido por debajo en el marcador (sólo 114'). Quizás por eso, suele pecar de falta de ambición para buscar ampliar su ventaja y eso acaba dando vida a sus rivales, además de mermar el espectáculo.

Si no sucede nada extraño, como en Eibar -pasó del 0-2 al 3-2- o Barcelona -despedició numerosas ocasiones claras con 0-0-, el Sevilla debe ganar a todos los de igual o menor nivel y poner las cosas complicadas a los clubes de mayor entidad (empató ante el Atlético y sólo cedió por la mínima ante el Real Madrid). Y eso lo cumple a rajatabla. Sin alardes, pero con una sobrada solvencia. No obstante, que dé la sensación de jugar a medio gas puede llevar a pensar que ganar en Valladolid es un tarea muy fácil, pero nada más lejos.

Si nadie lo había hecho en la 19/20 hasta este domingo, por algo será; como tampoco ha vuelto a vencer nadie en Mendizorroza desde que los nervionenses lo hicieron el septiembre. Otro ejemplo es el Nuevo Los Cármenes de Granada, donde perdió el Barcelona y que sólo ha cedido ante el Sevilla, en agosto, y con la Real Sociedad, justo antes del parón. En esos tres partidos, al Sevilla le valió con un exiguo 0-1, como en el José Zorrilla con el solitario tanto de Banega.

Lopetegui salió con el teórico once de gala, con Koundé consolidándose al lado de Diego Carlos a la espera de la vuelta de Carriço y con una enésima oportunidad para Nolito y De Jong. En su puesta en escena, el equipo ayer vestido de azul se dedicó a mover el balón, con tanta precisión como paciencia, para acelerar cada vez que veía un hueco entre las tropas blanquivioletas. Y, sin forzar máquinas lo más mínimo y casi sin romper a sudar aún, ya había inaugurado el marcador.

En el 10', Moyano cometió un inocente penalti al intentar taponar un disparo de Nolito. Masip paró el primer lanzamiento de Banega -flojo, centrado y a media altura-; pero se había adelantado antes del disparo y, como marca el reglamento, el árbitro amonestó al portero y mandó repetir la pena máxima. Al segundo intento, el rosarino la puso imparable para el meta pucelano: con el interior, potente y directo a la escuadra derecha.

El gol provocó un arreón del Pucela, encorajinado por lo poco que le había costado al Sevilla ponerse por delante. Con más corazón que cabeza, apenas con una dosis extra de intensidad y mucho juego directo, provocó un 'correcalles' en el que tenía mucho más que ganar que perder. El bullicioso Sandro, que estrelló un balón en el larguero, y el habilidoso Hervías causaron algún problema entrando por bandas y colgando precisos centros laterales que encontraban la implacable respuesta de los centrales visitantes y del omnipresente Fernando, un seguro de vida con sus ayudas.

El Sevilla ni se inmutó. Esperó a que bajase la efervescencia local para retomar el ya reconocible guion de Lopetegui: monopolizar el control de la pelota para que pasase lo mínimo reseñable posible y que, si tenía que suceder algo, que fuese un ataque propio. Esa aproximación llegó en el 44' y casi sin querer. El pase de Banega buscaba a De Jong, pero el holandés no lo alcanzó y el balón corrió hasta dejar a Nolito totalmente solo ante un vendido Masip, fuera de su portería. Sin embargo, en un intento por ser original en la definición, el sanluqueño hizo el ridículo en una oportunidad inmejorable para irse al descanso con un cómodo 0-2.

Sin desmerecer la valía y el compromiso del '8', su titularidad es a día de hoy la única anomalía en el casi perfecto engranaje de este Sevilla. La otra sería la de un De Jong que, más allá de ganar duelos individuales y retener de espaldas el balón, sigue sin hacer más méritos que Chicharito, Munir o Dabbur y aun así es indiscutible en los onces del técnico vasco. El resto, son indiscutibles en sus respectivas posiciones.

Desaprovechada la oportunidad de sentenciar, visto que arriba no había inspiración y que el Pucela meredeó el empate con un libre directo de Hervías y algún que otra acción a balón parado, Lopetegui apostó por apagar la poca luz que había. Óliver Torres entró por Nolito y Franco Vázquez lo hizo por Banega para dormir más aún el juego, esconder la pelota y que los minutos pasasen más rápido en una segunda mitad aburridísima, con constantes interrupciones y sin ocasiones destacadas.

El partido lo terminaron de deslucir la lesión que obligó a Navas a pedir el cambio (entró Gudelj y Koundé acabó de lateral) y la expulsión de Ocampos, que se veía venir desde que en el 15' vio una amarilla absurda por un encendido encontronazo con Nacho después de una leve caída en el área que el de Quilmes reclamaba como pena máxima mientras el lateral blanquivioleta le acusaba de fingir. Ambos volvieron a encararse en repetidas ocasiones y, en el alargue, el extremo vio la roja, se perderá el partido ante el Leganés y volverá ante Osasuna apercibido de sanción.

- Ficha técnica:

0 - Real Valladolid: Masip; Moyano, Kiko Olivas, Salisu (Enes Ünal, m.83), Nacho; Hervías (Toni Villa, m.63), Míchel, Fede San Emeterio, Óscar Plano; Guardiola, Sandro (De Frutos, m.76).

1 - Sevilla FC: Vaclik; Jesús Navas (Gudelj, m.88), Kounde, Diego Carlos, Reguillón; Jordán, Fernando, Éver Banega (Vázquez, m.74); Ocampos, De Jong, Nolito (Oliver Torres, m.66).

Gol: 0-1, m.12: Banega, de penalti.

Árbitro: Eduardo Prieto Iglesias (Comité navarro). Mostró cartulina amarilla a Masip (m.11), Nacho (m.15), De Jong (m.63) y Fernando (m.88). Expulsó a Ocampos por doble amonestación (m.15 y 90).

Incidencias: Encuentro correspondiente a la decimocuarta jornada de LaLiga disputado en el estadio José Zorrilla ante 18.169 espectadores.