Tenía apenas 18 años, había explotado saliendo desde las inferiores de
River Plate en el año para el olvido de los 'Millonarios' en Primera Nacional, y tras un partido en Primera argentina daba el salto a Europa, al Mónaco. Todo parecía maravilloso para un Lucas
Ocampos que quería comerse el mundo, pero... según desvela en una entrevista con Sportia, pasó un suplicio, tanto que su único deseo era regresar a Argentina. Toda una institución en este deporte, Claudio
Ranieri, lo recuperó, lo ayudó y le dio el empujón necesario para ser el jugador que hoy es y que ha convencido a todos, técnico y afición, en sus primeros partidos con el
Sevilla.
"Fue muy duro cuando llegué porque pensé que iba a ser como en
River, todo color de rosas... Me ayudó (Claudio)
Ranieri, que era mi entrenador. Me intentó guiar y escuché lo máximo posible. Tuve la posibilidad de volver a River el primer año y tenía ganas porque la estaba pasando mal", asegura el argentino, quien poco a poco fue adaptándose a un fútbol tan diferente como el de la
Ligue 2 francesa: "Cuando empecé a jugar y a entrar en ritmo, eso quedó de lado. Aguanté y me adapté", asegura. Esa temporada acabó participando, al principio desde el banco y al final como titular, en 29 partidos, en los que logró 3 goles y 4 asistencias.
El siguiente año, ya en la Ligue 1, llegó a los 34, de ahí pasó al
Marsella, al Genoa, Milán, regreso al Olympique... hasta que este verano
Monchi lo convenció para que defendiera la camiseta del
Sevilla. Y, de momento, se ha ganado un puesto en un competido once inicial.