Llega el día, más señalado si cabe por ser en puertas de la
Semana Santa, inevitable referencia para analizar lo que, de todas formas, trasciende a lo deportivo. Un duelo cainita que, como los últimos, debe seguir transcurriendo en
Paz y que ya conoció días, incluso, más grandes que este
Sábado de Pasión, donde
La Misión de unos y otros será sumar tres puntos en
El Encuentro que llevaría al eterno rival a la
Calle de la Amargura, bien por decir adiós o, como poco, alejarse del objetivo.
Los nervionenses estarán al
Amparo de su gente y en busca de
La Corona de la rivalidad, como unos heliopolitanos que persiguen
Remedios para los males heredados de su reciente irregularidad y el
Desconsuelo que significaría despedirse del sueño europeo. Para ellos, la
Esperanza sigue viva, pues enlazar dos alegrías sería una
Bendición. El
Dulce Nombre del triunfo no ya por
Amor a unos colores, sino por la consolidación de un proyecto que podría acabar
Cautivo de los resultados con apenas dos años de vida.
Unos
Dolores que todavía se pueden evitar en esta ciudad dual, como con aquel 3-5, a la sazón el precedente más cercano en Eduardo Dato y que fuera
Divino Perdón para el siempre cuestionado Setién, que no se cansa de pedir simbólicamente
Clemencia para su ideario, fruto de esa
Concepción vistosa y protagónica del fútbol que, para que cale en una afición tan fiel como exigente (que se deja la
Salud por sus colores), necesita del refrendo de los resultados.
Esta noche, toca una
Entrada por la puerta grande que corroboraría el buen momento del Betis,
Despojado de más contingencias que la duda de Canales en busca de la
Victoria y consciente de que no hay
Buena Muerte posible en este tipo de partidos, que bien te llevan al
Subterráneo, al
Silencio y
Desprecio de propios y ajenos, o bien te llenan de
Gracia y
Esperanza para la recta final de LaLiga. No hay más camino que el de
Las Penas y la
Amargura o el
Socorro de un triunfo que ejerza de
Estrella a la que seguir hasta la línea de meta.
En el anfitrión, se acabaron las
Tristezas y las
Aguas volvieron felizmente a su cauce con Caparrós, sin más
Penas hasta la fecha que la derrota ante un igual como el Valencia, un
Doloroso traspié que obtuvo enseguida la
Redención ante Alavés y Valladolid para que el
Abandono de la carrera por la Champions quedase atrás. Los tres puntos otorgarían a los nervionenses el
Soberano Poder de definir su propio futuro, sin depender de la
Caridad de los otros contendientes por la cuarta plaza, que deberían dejarse unidades por el camino.
Ambos entrenadores, moderadamente ambiciosos, han apelado a la
Humildad en el
Buen Viaje que les espera hasta el tercer fin de semana de mayo, cuando todo acabará de una manera u otra. También en blanquirrojo, miles de
Almas se dejarán la voz para que sus jugadores hagan lo propio con la
Sangre en la
Encarnación de una comunión que suele suponer que un club goza de buena
Salud.
Con el retorno del 'hijo pródigo', Monchi, otro
Dulce Nombre para los oídos sevillistas, no se mitiga del todo todavía la
Angustia que implicaría volver a quedarse fuera de la máxima competición continental. Porque no habría seguramente
Misericordia ni
Paz para Castro y los suyos si la
Sed de gloria del sevillismo no halla
Consolación y
Refugio en un derbi últimamente esquivo. Sucumbir otra vez en casa frente al Betis se llevaría
La Palma en la nómina de desdichas imaginables, una
Lanzada sin
Piedad para un proyecto condenado entonces a ir de
Cabeza no ya hacia un
Buen Fin, sino hacia el fracaso.
La
Regla de oro en estos casos, el mejor bálsamo posible, sería ganar. Importa poco en estos casos jugar como los
Ángeles o mal si acontece la
Victoria y, con ella, la
Exaltación de una alegría máxima, de un
Rosario de emociones que, de paso, provocaría el
Descendimiento verdiblanco, quedando los de Setién a
Merced de otros para una
Coronación ya harto complicada, un
Valle de lágrimas en una orilla y la
Pasión desbordada en la otra.
El ansia común reside en evitar ese
Calvario, seguramente
Sentencia en caso visitante, conservando la
Esperanza de que las
Angustias y el
Mayor Dolor viajen al otro bando, aferrándose al
Gran Poder de llegar a la recta final con mando en plaza. Con toda Sevilla honrando ya a
Jesús Nazareno y en la multitudinaria
Soledad del Sánchez-Pizjuán, la temporada se decide en noventa minutos. Está en la
Concepción misma de lo que es un derbi. El todo y la nada.
Acumular
Tres Caídas ante Setién en estos duelos, un Sevilla
Descendido a los infiernos de la rivalidad, o la
Conversión (en realidad, reconversión) de la dinámica actual en una línea ascendente que, por la
Providencia divina o humana, conduzca a la
Esperanza. Siempre sale
El Sol en esto del fútbol, incluso cuando un equipo
Yacente sufre en la
Soledad de la tierra de nadie o, peor aún, en pozos y descensos. Sevillistas y béticos quieren esa
Resurrección, en los pulsos particulares o en la temporada en general, que les acercaría a sus objetivos a costa, de paso, de que el otro se aleje.
Ni más ni menos que la Pasión según Sevilla.
- Alineaciones probables:
Sevilla F.C.: Vaclík; Jesús Navas, Mercado, Carriço, Escudero; Roque Mesa, Banega, Gonalons, Sarabia; Ben Yedder y Munir.
Real Betis: Pau López; Mandi, Feddal, Sidnei; Tello, Guardado, Carvalho, Junior; Canales, Lo Celso y Jesé.
Árbitro: Alejandro José Hernández Hernández (Comité Las Palmas).
Estadio: Ramón Sánchez Pizjuán; 20:45 horas (Movistar+ Partidazo).