Análisis del rival del Sevilla

El Eibar, un sello propio que fuera se desdibuja

El Eibar, un sello propio que fuera se desdibuja
- Álvaro Palomo
Álvaro PalomoÁlvaro Palomo 3 min lectura
El Eibar de Mendilibar está registrado merced a un sello inconfundible y reconocible que permite al conjunto armero emplearse de memoria con automatismos completamente interiorizados. Es un equipo físicamente privilegiado, que imprime un ritmo intenso durante los 90 minutos y basa su propuesta en una presión incansable en todo el campo para impedir pensar al rival y que con el esférico busca rápidamente el área con multitud de centros laterales.

Su consigna es asfixiar al enemigo, con un bombardeo sobre su área, en la que esperan dos rematadores natos más las incorporaciones desde la segunda línea, y con recuperaciones lo más lejos posible de sus propios dominios. Un estilo definido al que beneficia las dimensiones reducidas de Ipurua, pues necesita menos esfuerzo para tapar todas las líneas de pase y llega antes a la zona donde ya puede meter balones a la olla.

Todo a partir de un dibujo innegociable, con un 4-4-2 en el que los carrileros aportan recorrido y los extremos tienden al centro para abrir espacios, asociarse y sumar opciones en el centro, válido a la hora de iniciar el repliegue. Joan Jordan ejerce de brújula mientras que Orellana y Cucurella brindan el dinamismo que deja el carril expedito para las subidas de Rubén Peña y José Ángel, encargados casi siempre de los centros que Enrich, Charles o Kike García tratan de rematar.

El problema armero llega cuando hay más espacios, lo que ocurre más allá de Ipurua, sufriendo más en la contención y pagando el desgaste de su mayor vaciado físico. Su fútbol ya no es tan eficaz y el Sevilla debe aprovecharlo en el Sánchez-Pizjuán.

La estrella: Charles

A sus 34 años, el delantero brasileño atravisa por un momento dulce en las filas del Eibar, como reflejan sus nueve goles ligueros y su doblete en el último choque ante el Girona. Máximo anotador armero, destaca por su lucha y por su olfato goleador. Huele el peligro y siempre está en el sitio idóneo para conectar el remate. Va muy bien de cabeza y no suele perdonar cuando se pone de gol. Le favorece el estilo de juego del Eibar, con mucho balón colgado.