Dos refuerzos estimó oportuno
Manolo Gaspar para incorporar a su equipo en la pasada ventana de invierno. No quiso traer más porque estaba en la casa la materia prima necesaria para ganar partidos. Había, simplemente, que dar un paso hacia adelante.
Uno de los que mejor captó el mensaje fue
Antoñín. Y es que su realidad cambió por completo desde la salida de
José Alberto López. Con pie y medio fuera del club -llegó a despedirse incluso de sus compañeros más cercanos dentro del vestuario-, parecía que su salida se produciría ante la propia petición del jugador. Pero los malos resultados encadenados por el equipo terminaron con el cese del técnico asturiano, que no contaba prácticamente con el nacido en La Palmilla.
Un punto de inflexión que sirvió al extremo para continuar en el
Málaga CF. Discutido por la afición por este motivo más su polémica vida extradeportiva, tenía una doble misión que solventar: ganarse la confianza de
Natxo González y, de nuevo, el cariño del público. Fue en Anduva la primera oportunidad para transformar su estado, y lo hizo con un buen rendimiento en la media hora que estuvo sobre el césped.
Tanto que se ganó un hueco en el
once titular ante el Zaragoza. Partiendo desde la banda izquierda, Antoñín tenía por delante el momento que esperaba desde principios de enero. Fue en el minuto 25 de juego cuando el malagueño realizó una jugada brillante. Después de un gran control con la pierna derecha, consiguió cruzar el esférico para superar a Álvarez e
inaugurar el marcador.
Celebrado el tanto con rabia, Antonio Cortés Heredia se quitó de encima todas las dudas que había sobre él. De hecho, no sólo por el gol, sino también por su gran trabajo en defensa ayudando a Cufré en la izquierda, fue de lo más destacado del Málaga en el
empate en La Romareda.
Un gol que sirve como punto de partida para un Antoñín en despegue y que podría ser el
mejor fichaje invernal del equipo si continúa en el tiempo realizando encuentros como este último.