Hace nueve años y tres días, el
Málaga había empatado con el
Milan en
San Siro y se había clasificado para los octavos de final de la
Liga de Campeones. Ahora, lleva ya cuatro años intentando sobrevivir a la desagradecida Segunda división. Por ello, aquello de cualquier tiempo pasado fue mejor se hace realidad para todos los malaguistas.
De ahí que se busque consuelo en cualquier resquicio que deje el fútbol. Como en la selección española.
Víctor Gómez anda por la sub21 tras su gran inicio de temporada. Pero uno mira hacia arriba, a la absoluta, y allí ve a un malagueño como
Brahim, arrebatado cuando aún era menor de edad por el
Manchester City, y ahora convertido en estrella del Milan, sí, el de San Siro, adonde ha llegado cedido por el
Real Madrid.
Mas no sólo se ve con orgullo al 10 milanista. También
Luis Enrique ha vuelto a contar con Pablo Fornals. Un chico en su día descartado por el
Espanyol y que llegó al filial del Málaga dispuesto a comerse el mundo. Y vaya si lo está haciendo, siendo el referente del equipo revelación de la
Premier, el
West Ham United. A Fornals, después de que el jeque le negara varias veces la renovación acordada con el tristemente desaparecido
Francesc Arnau, se lo llevó el
Villarreal a precio de ganga, que después sacaría un enorme rédito deportivo y económico con su traspaso al club londinense.
A Brahim y a Fornals se le unen en La Roja otros dos futbolistas con pasado malaguista. Ambos centrales, ambos llegaron cedidos, ambos progresaron de tal modo que no tardaron en llegar a la selección. Uno a ratos,
Diego Llorente, actualmente en el
Leeds; el otro, siempre,
Pau Torres, que continúa fiel a su Villarreal a pesar de los cantos de sirena que le llegan desde Inglaterra.
Con ese cuarteto seguro que el Málaga no estaría en la situación donde se encuentra actualmente. El consuelo es que si están en la selección es, en parte, por lo que en su día, al comienzo de sus carreras, hicieron en el conjunto costasoleño.