Pola de Laviana (Asturias), 4 ene (EFE).- El deporte femenino español ha despedido hoy a Luisa Álvarez, que ha recibido sepultura en su localidad natal de Pola de Laviana, donde falleció este lunes a los 98 años, tras una vida marcada por ser pionera del balonmano, lo que la llevó a obtener en 1939 la primera licencia oficial de este deporte tramitada en España.
Desde Alemania, por medio de Purina Zapico, en 1938 le llegó el conocimiento del balonmano a una joven Luisa Álvarez, que pronto se convirtió en alumna aventajada, hasta llegar a ser conocida hasta su muerte como la "gran capitana" y "Lángara" por su capacidad goleadora.
A sus 15 años se integró en el equipo de balonmano femenino recién creado en Pola de Laviana, que marcó una época en el deporte nacional, tanto que les llevó a salir en el No-Do, el noticiero propagandístico que se emitía antes de las películas en los cines de España.
Luisa Álvarez, que empezó compitiendo cuando el balonmano se jugaba en campos de fútbol, con once integrantes en cada equipo, se proclamó campeona de España en tres ocasiones, 1943 y 1944 con la competición en estadio, y en 1961, ya en sala.
Su trayectoria se extendió durante 23 temporadas, en las que obtuvo 22 títulos regionales y una docena en competiciones nacionales, hasta que decidió retirarse a los 38 años, con el registro de haber participado en todos los Campeonatos de Asturias y de España celebrados desde 1939 hasta 1961.
Aunque estaba considerada una de las mejores jugadoras de la época, nunca llegó a debutar como internacional al no poder pagar el coste del desplazamiento y la equipación que las internacionales debían sufragar, si bien la Federación Española de Balonmano le reconoció sus méritos emitiendo una camiseta con su nombre.
La muerte de la pionera del balonmano femenino español, que trabajó en una fábrica de chocolate y en una mueblería en su municipio natal en la cuenca del Nalón, la lloran sus familiares, amigos y vecinos, que la recuerdan como una cuidadora incansable de sus sobrinos-nietos, generosa, extrovertida y con una capacidad ilimitada para relacionarse.
El presidente del Gobierno del Principado, Adrián Barbón, así como destacados dirigentes del deporte asturiano han pasado por el tanatorio de Pola de Laviana para despedir a la "gran capitana", que no dejó de tomar cada día una botella de sidra o un vermut hasta que la pasada Nochebuena se cayó en su domicilio.